Hoy quiero hablar de uno de los puntos más importantes de la filosofía oriental. Practicar el desapego va mucho más allá de «dejar de tener sentimientos» o de ser alguien insensible. También va mucho más allá de actuar de forma pasiva ante el mundo y ante la vida. Practicar el desapego en el día a día es una de las claves para alcanzar el despertar y la paz interior. Porque sólo a través del desapego en la acción, interna y externa, podremos ver más allá de la historia personal. Y sólo así podremos dejar a un lado los dramas y la carga de pasado del «yo soy», para ver la vida de un modo real y espontáneo, Aquí y Ahora.
Voy a mencionar 5 pasos sencillos, que puedes aplicar en tu día a día para alcanzar el desapego de un modo real y sincero. No son los únicos, ni pretenden ser un dogma a seguir. Sólo son, por así decirlo, 5 pistas que pueden ayudarte a dirigir tu atención a lo más importante, al lugar donde están todas las respuestas: tú mismo.
5 pasos para practicar el desapego en el día a día
Si has leído el libro de La Verdad en Ti Mismo, seguro que te sonará bastante lo que voy a mencionar a continuación. Si no es así, espero que mis palabras ayuden a despertar en ti cierto interés por el desapego, esa gran vía hacia la iluminación interior.
1. Sé consciente de ti mismo.
Quizá este primer punto para practicar el desapego te resulte sorprendente. Pero, si lo piensas, es algo muy lógico. No puedes alcanzar el verdadero desapego, ni interior ni exterior, si no empiezas por tomar consciencia de ti mismo, de tu mundo interno, con todo lo que ello implica. Sé consciente de cómo el «yo soy» reacciona a cada situación, a cada pensamiento, a cada estímulo. Mientras hablas con otra persona, cuando estás trabajando, al leer mis palabras… en todo momento, el «yo» surge como respuesta ante un estímulo. Aprende a ver ese surgimiento y estarás más cerca de practicar el desapego interior y exterior.
Ser consciente de ti mismo también implica darte cuenta de que, si buscas fuera de ti el despertar, la felicidad o la paz interior, nunca los vas a encontrar. Si tu bienestar depende de las respuestas de otros, de que las cosas externas «te vayan bien» o de alcanzar determinados méritos o logros, nunca lo vas a alcanzar. Nunca estarás en paz si sigues buscándola fuera de ti. El desapego comienza en este punto: toma consciencia de ti mismo a cada instante, Aquí y Ahora.
2. Deja de intentar controlarlo todo.
Si prestas atención al mundo que te rodea, verás que las personas suelen pasar la mayor parte de su tiempo haciendo planes y tratando de controlar su vida y la de quienes les rodean. Desde las cuestiones más sencillas, como planificar un horario cada día para hacer determinadas cosas, hasta complicados planes de futuro a largo plazo. La sensación de control, de tener todo «bien atado», ayuda al «yo» a reforzar su sentido de identidad. «Mi mundo», «mi familia», «mis amigos», «mi pasado», «mi historia»… todas esas cuestiones exigen control, si queremos construir una imagen personal a partir de ellas. La incertidumbre es el gran enemigo de la historia personal.
Sin embargo, esa obsesión por el control sólo conduce al sufrimiento y a la inercia mental. Te impedirá ver más allá de tu día a día, más allá de tus problemas mentales y tus preocupaciones. Y te impedirá reencontrarte contigo mismo, porque estarás «demasiado ocupado» para volver la vista atrás. Practicar el desapego en el día a día implica, por tanto, dejar que la vida fluya y fluir con ella. Abraza el no saber y deja que todo siga su cauce a tu alrededor.
3. Sólo puedes practicar el desapego en un momento: Aquí y Ahora
El desapego en la acción implica vivir cada instante como lo que realmente es: una oportunidad única para manifestar tu presencia. Vive el momento presente de manera plena y ve más allá de las ideas y los pensamientos automáticos de pasado y futuro. Son sólo eso: pensamientos, involuntarios la mayor parte del tiempo y basados en una historia personal inventada, que poco tiene que ver contigo en este preciso instante.
Este paso para alcanzar el desapego no requiere mucha más explicación. Da igual si estás haciendo planes para el día de mañana, si estás cuadrando una agenda con un cliente o si estás haciendo cualquier otra cosa. Hacer planes es parte de tu día a día, por supuesto. Pero la consciencia del Aquí y Ahora es lo que tú eres, no lo olvides. Mantén tu atención en este instante, sea cual sea su manifestación exterior.
4. Dejar ir y aceptar la pérdida también es practicar el desapego
La pérdida y, sobre todo, el miedo vinculado a ella, es una de las mayores pruebas a las que se enfrenta el ser humano. La historia personal, la autoimagen y, en general, el sentimiento «yo soy», caen como un castillo de naipes cuando la pérdida hace acto de presencia en nuestra vida. Pero seamos sinceros: en lo más profundo de ti mismo, sabes que todo cuanto te rodea es efímero. Tus amigos, tu familia, tus conocidos, tu país, tu historia personal, tu pasado, tu futuro… todo son ideas en tu mente, nombres y formas que pronto se desvanecerán. Podríamos decir que son olas en el océano de tu ser, nada más.
Aceptar que nada es para siempre, que todo lo que ha surgido ante ti desaparecerá un día, es el paso más difícil para practicar el desapego de una manera plena. Y sólo si tu atención está centrada en el Aquí y Ahora, sólo si eres consciente de ti mismo de manera real y sincera, y sólo si dejas que la vida fluya dentro y fuera de ti, podrás dar este paso tan importante en tu vida. Recuerda: amar es dejar marchar.
5. Practicar la acción sin fruto, el puente hacia el verdadero desapego.
Este es el último paso que quiero compartir contigo, pero no es ni mucho menos el menos importante. Más bien es al contrario. Da igual lo que estés haciendo en tu día a día. Cada instante es completo y único por si mismo. No hay un instante que te «acerque al despertar» y otro que no, aunque tu mente se esfuerce en decir lo contrario.
Haz que cada instante cuente, que cada momento sea el más importante. Porque realmente es así. Aquí y Ahora se desarrolla tu vida, no hay nada más. Sólo en este instante puedes alcanzar el despertar; sólo ahora puedes ser realmente libre. Y cada acción que lleves a cabo puede ser plena por si misma. No esperes a obtener sus frutos, porque quizá nunca lleguen. Haz lo que corresponda, lo que toque en este momento, sin buscar culpables, ni causas, ni reconocimientos. Y hazlo lo mejor que puedas. Esa es tu propia recompensa.
Practicar el desapego en la acción es quizá la culminación de la idea del desapego. Y pasa por abandonar la dualidad entre «lo que me lleva al despertar» y lo que no. Pero también pasa por aceptar la vida y el mundo tal como son, Aquí y Ahora. Y eso incluye aceptar lo más importante para alcanzar la paz interior: tú mismo. No lo olvides: no existe la separación. Como adentro es afuera.