Observar el cuerpo interno es una sencilla forma de meditación que voy a proponer en esta ocasión. Es especialmente útil para personas poco habituadas a la meditación que deseen iniciarse en la práctica, pero también beneficia a cualquiera que desee relajarse y liberar las tensiones del día a día.
La visualización del cuerpo interno es un método muy útil para reequilibrar la energía y deshacer esas tensiones físicas y mentales que vamos acumulando en la vida diaria, por lo que es una práctica aconsejable para practicar por las noches, antes de irnos a dormir, para favorecer el descanso y despejar nuestra mente de pensamientos repetitivos y preocupaciones. Existen prácticas que ahondan mucho más en el cuerpo interno, como la Vippassana, pero ahora vamos a hacer un ejercicio sencillo.
Practicar sentados, en una posición cómoda pero que nos permita mantener la espalda recta, aunque sin tensión, es lo ideal. Podemos sentarnos en una silla, o en la posición del loto, como nos resulte más cómodo. Colocaremos las manos con las palmas hacia arriba, sobre las rodillas, para favorecer el flujo energético. Otra alternativa es tumbarnos boca arriba, con las palmas de las manos hacia arriba, a los lados del cuerpo.
Una vez elegida la posición para observar el cuerpo interno, los pasos son los siguientes:
- Centramos la atención en nuestra respiración, visualizando la entrada del aire a través de nuestras fosas nasales y observando mentalmente el recorrido del aire a lo largo del cuerpo. No es preciso mantener respiraciones profundas ni demasiado controladas, simplemente la observamos y dejamos que el aire entre y salga sin ninguna resistencia.
- Una vez que estemos relajados, vamos a recorrer distintos puntos del cuerpo con nuestra atención, de manera muy suave. Empezamos por los pies. Visualizamos mentalmente cada punto del pie, notando cómo la energía fluye por él. (Es habitual notar algo de calor en la zona o incluso un ligero cosquilleo. En realidad ese calor siempre está ahí, pero con la observación «descubrimos» que esa zona está viva). Seguiremos recorriendo distintos puntos del cuerpo, hacia arriba: espinillas, rodillas, muslos, abdomen, etc. Hasta llegar a la cabeza, recorriendo cada parte durante un breve espacio de tiempo. (Unos 15-20 segundos suelen bastar, pero no hay ninguna regla para ello).
Uniendo Cuerpo y Energía con La Verdad en Ti Mismo
- Tras haber recorrido cada parte del cuerpo, vamos a observar todo nuestro cuerpo interno como una única energía, sin centrar la atención en cada punto, sino notando su presencia interna de forma completa. Si os ayuda, podéis visualizar el cuerpo interno como un haz de luz que inunda cada parte de vuestro cuerpo. Mantendremos esta observación durante un poco más de tiempo, al menos un par de minutos. Si, durante la meditación, nuestra mente se llena de pensamientos o nuestra atención se pierde, volveremos a prestar atención a la respiración, como al principio y, a través de ella, entraremos de nuevo en nuestro cuerpo interno.
- Para finalizar, volveremos a recorrer el cuerpo con nuestra atención, de manera más rápida, como si una ola de energía recorriera nuestro cuerpo interno desde los pies a la cabeza y viceversa. Tras hacer este recorrido durante dos o tres veces, podemos abandonar la práctica suavemente o, si lo preferís, volver a comenzar desde el principio. Si hemos mantenido una adecuada atención durante toda la práctica, nuestra mente se encontrará más calmada y notaremos un agradable estado de relajación.