He hablado largo y tendido anteriormente sobre el miedo y, más concretamente, sobre el miedo a la muerte, que es sin duda el gran temor del ser humano. La consciencia de ser, el hecho de «saber que es», no sólo ha permitido al hombre evolucionar y convertirse en lo que hoy es, sino que también ha sido la principal causa de su sufrimiento. Esta consciencia de ser conlleva la identificación con un «yo pequeñito», que inevitablemente va a morir un día.
Sin embargo, es posible hacer una aproximación muy constructiva al miedo en si, independientemente de qué clase de temor se trate. Dejemos que el miedo se convierta en un puente al momento presente, en una vía hacia el despertar.
Deja que el miedo te traiga de vuelta a la realidad
La mayor parte del tiempo, nuestro ego está enredado en mil pensamientos y eso nos impide ver la realidad de cuanto pasa a nuestro alrededor. En lugar de ver lo que está pasando, vemos una interpretación mental de cuanto nos rodea. En realidad, dejamos que sea así porque estamos acomodados en ese mundo ilusorio porque, aparentemente, «es nuestro mundo».
Sin embargo, cuando surge el miedo todo parece tambalearse. Nuestro ego ya no está tan seguro, la historia personal está en peligro y nuestro cuerpo reacciona tensándose. Pero, ¿es esto necesariamente malo? el miedo puede ayudarnos a volver la mirada a nosotros mismos, a observar lo que está pasando en nuestro interior y de este modo es un indicador muy valioso para volver al momento presente. Deja que la reacción física al miedo (temblor, nerviosismo, sudores fríos..) se convierta en un indicador, en un reclamo para volver tu atención a tu interior. No juzgues el por qué, ni intentes evitarlo, simplemente observa. La observación no sólo te permitirá vencer el miedo, sino que te ayudará a mirar más allá de tu mundo ilusorio.