En un post anterior hablé de las distintas fases del sueño y sus principales características. Es en la fase REM (rapid eyes movement) donde se producen los sueños, debido a los elevados niveles de actividad cerebral que se generan en esa fase. Si observamos a alguien dormir, podremos ver fácilmente cuándo está pasando por esta fase, precisamente por la cualidad que le da nombre: el rápido movimiento de los globos oculares. Pero ¿cómo afectan los sueños a nuestra conciencia?
El sueño y el yo
La consciencia de ser está presente en todas las fases del sueño, independientemente de que haya mayor o menor actividad cerebral. La sensación «yo soy» permanece pero, como ya indiqué, es la memoria la que está activa o no, afectando a la relación entre el testigo/observador y lo observado.
En el estado de vigilia, nuestro cerebro filtra los estímulos que percibe, ya sean internos o externos y les da nombres y formas en base al contenido de la memoria y al cuerpo-dolor de nuestra personalidad. Este cuerpo dolor es el conjunto de vivencias, juicios y traumas que nuestro ego ha ido almacenando con el tiempo, precisamente en base a los estímulos y experiencias vividos, de modo que conforman la aparente idea del yo individual. En las fases de sueño vemos una relación interesante entre el nivel de actividad cerebral y la identificación con nuestro cuerpo-dolor:
- Fase REM: debido a la elevada actividad cerebral, la memoria recrea imágenes y percepciones almacenadas, proyectando vivencias y experiencias que, mientras se producen, tienen un halo de realidad irrebatible para el observador. El yo les confiere la misma realidad que a las vivencias de la vigilia, pero con una diferencia: no hay un testigo permanente, sino que el testigo aparece y desaparece con el sueño, sin una relación de continuidad entre unos y otros. En el sueño no hay pasado ni futuro, porque el proceso de interpretación temporal de la realidad no está activo. De hecho, sólo si despertamos en un corto intervalo de tiempo podremos recordar los sueños, pues el testigo no relaciona la «existencia» del sueño con nuestro día a día y por tanto no la almacenará en la memoria.
Los sueños a menudo representan imágenes arquetípicas y de base cultural, como la tradicional escalera en occidente. (Imagen: http://lossuenosvuelan.blogspot.com.es/) |
- Fase no REM: en función de las distintas subfases que tienen lugar en este periodo, se pueden alternar periodos de gran actividad cerebral con otros en los que dicha actividad es mínima, disminuyendo también el ritmo cardíaco y las constantes vitales. Durante esta fase no se producen sueños como norma general, pero en cambio el Yo si está presente. De hecho, en los estados de adormecimiento y transición entre fases, el testigo sí asocia cuanto sucede con la personalidad, almacenando las vivencias en la memoria. Por eso podemos recordar los últimos sueños vividos antes de despertar.
Nuestra conciencia es para nuestra mente tan desconocida como el propio universo. (Imagen: http://cmceluniverso.blogspot.com.es) |
Teniendo en cuenta todo esto, podemos concluir que el «Yo soy» está presente durante todas las fases del sueño, surgiendo la relación entre observador y observado al igual que en la fase de vigilia, pero es la personalidad la que no está presente, debido a la menor participación de la memoria y la desidentificación con el yo constante.
Todo esto nos lleva a una conclusión muy importante: la personalidad, si bien permanece gracias a la identificación del testigo «constante», no tiene en cambio ninguna base real. Es tan sólo un conjunto de ideas y vivencias almacenadas en la memoria, al que nuestra conciencia confiere un sentido de realidad. Por tanto, la ruptura de la identificación del Ser con una personalidad vacía e irreal como esta no sólo es posible, sino que es la única vía para despertar a nuestra verdadera esencia.