El boddishatva que, habiendo alcanzado la verdad del Ser mediante el abandono del yo personal y la eliminación del apego al mundo de las formas, decide permanecer en la rueda del Samsara para ayudar al despertar de todos los seres, dará un último paso: abandonar el mundo condicionado para no regresar. Ese es el paso del Tathagata.
Estatua en honor al Buda Gautama, en Corea del Sur. (Wikipedia) |
El Tathagata está más allá de los nombres y las formas, por lo que su importancia no debe asociarse con un logro personal, ni con una iluminación que le sucede a «determinada persona». El Ser retorna a sí mismo, de manera impersonal y no dual, luego la budeidad no es un estado que la persona alcanza con el tiempo, sino que el abandono del Yo, la eliminación del apego a una historia personal, permite regresar al Ser original. Como el Buda Sakyamuni dijo: «Con la iluminación no conseguí ni el más ínfimo dharma».
Tomando esta idea como base, observemos cuál es el origen de nuestro sufrimiento y nuestro miedo: el apego al Yo. Abandonemos nuestra historia personal, dejemos a un lado toda búsqueda y todo temor y observemos la verdad tal cual es: no existe un Yo. Nada podemos perder, pues nunca hemos tenido algo tal como una «historia». Es sólo una idea en nuestra memoria, un pensamiento raíz que conlleva consigo la dualidad y la separación. Si eres capaz de ver más allá de «tu historia», verás que siempre has estado ahí. Ya no necesitas regresar a ningún sitio.