Artemisa o Artemis, hija de Zeus y Leto y hermana gemela de Apolo es, en la mitología griega, la diosa virgen de la caza, de los animales salvajes, los bosques y la Luna. A menudo se le representa con su arco y flechas, acompañada de perros, ciervos u otros animales.
Durante el nacimiento de Artemisa, Hera secuestró a Ilitia, diosa de los partos, de manera que la recién nacida Artemisa, que nació en el sexto mes de embarazo, tuvo que ayudar a su madre en el parto de su propio hermano gemelo, Apolo, nacido al séptimo mes de embarazo.
Debido a esta experiencia traumática en el parto de su madre, Artemisa solicitó a Zeus poder permanecer virgen para siempre. Al tiempo, gracias a su extraordinario comportamiento en el parto de su hermano Apolo, también se convirtió en diosa protectora de los partos; atributo que compartía con Hera e Ilitia.
Estatua de Diana de Versalles. Copia romana del original griego atribuido a Leocares. Museo del Louvre (París). Fuente: Wikipedia (www.es.wikipedia.org).
Artemisa era considerada en la mitología griega como diosa de la Luna en su aspecto de doncella. Se la consideraba protectora de las mujeres y de sus secretos más íntimos, especialmente de las niñas/adolescentes y las embaradas. Formaba parte de una tríada compuesta por Selene, Hécate y ella misma:
1. Artemisa: diosa lunar en su aspecto de doncella o cuarto creciente.
2. Selene: diosa lunar en su aspecto de madurez o Luna Llena
3. Hécate: diosa lunar en su aspecto de Anciana o Hechicera.
Sin embargo Artemis también fue considerada en sus orígenes diosa de la fertilidad y en algunos mitos presenta una clara faceta sexual.
Por otro lado, Artemisa poseía una faceta terrible y amenazadora como diosa de la caza y fueron habituales los sacrificios humanos en su honor. Se dice que dichos sacrificios continuaron realizándose tiempo después de que se hubieran eliminado los sacrificios en honor del resto de los principales dioses olímpicos. Uno de los sacrificios más famosos fue el de la hija de Agamenón, Ifigenia, durante la guerra de Troya, para saldar una ofenda que este rey había hecho a la diosa Artemisa (Hécate según algunas interpretaciones).
Se decía que los pueblos de Quersoneso Taúrico (Crimea), en el Mar Negro, sacrificaban en su honor a todos aquellos que arribaban a sus costas, y que los espartanos realizaban sacrificios anuales en su honor hasta el S.IX a.c., cuando la reforma de Licurgo puso fin a dichos sacrificio y se sustituyeron por ceremonias de flagelación ritual.
El principal culto de Artemisa se encontraba en Éfeso, en la costa de Asia Menor, donde su templo era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Artemisa fue transformada por los romanos en la diosa cazadora Diana, aunque como ocurrió muchas otras divinidades, su concepción y carácter cambiaron bastante dentro de la mitología romana, convirtiéndose en una diosa de menor importancia.