Los Vedas constituyen quizá la base fundamental del Hinduismo. En un principio fueron transmitidos, durante miles de años, de manera oral de generación en generación, hasta que fueron fijados por escrito en un proceso iniciado a finales del segundo milenio antes de Cristo y terminado entre el 800 y 500 a.C.
Cuenta la leyenda que, hace miles de años, una gran columna de Arios cruzó los Himalayas y, encaminándose hacia el Norte de la India actual, establecieron allí su morada. Los guiaba el Manú Vaivasvata, un Iniciado Solar de Primera Categoría, y diez sabios llamados Richis. Se asentaron allí, en la tierra de Uttura Kuru, país encerrado en un círculo de altas montañas, que podría ser la actual Cachemira.
Imágenes de textos védicos.
Estos Arios Indos, de tez blanca, poseedores ya del quinto sentido, primera subraza de la gran Raza Aria, dejaron a sus descendientes la historia de su magnífica religión redactada en los Vedas milenarios.
En sánscrito, la palabra Veda se traduce como «ciencia pura», por su raíz «vid», que significa «conocimiento» o «conocimiento divino». Normalmente se llama a los Vedas «Los libros del conocimiento». Son las más antiguas obras escritas en sánscrito que se conservan y constituyen un un conjunto de himnos y cánticos que aquellos antiguos pueblos acostumbraban a elevar a sus dioses.
Los Vedas se dividieron en cuatro grupos: Rig; Sutra; Brahmanes y Atharva. La lengua Sánscrita es para los indos «Vak», la vibración eterna, que transmite la esencia de la divinidad. De hecho, en el hinduísmo se utilizan los mantras y palabras sásncritas como vía de meditación y de manifestación del atman interior, siendo los Vedas usados con esta finalidad, con la entonación y actitud interior correctas.
En los Vedas se alude a un principio infinito e inmenso, desde donde surgían todas las cosas creadas: Aditi, el Infinito. Su interpretación puede ser similar a la del Tao eterno del taoísmo, principio y fin de todas las cosas.
Detrás de este concepto universal se formaba la idea de un Dios creador, personal, fuerte, que encierra en si todo el poder del bien; este es Indra, el segundo dios hindú, que lucha continuamente contra el mal y contra el espíritu de las tinieblas y de las obscuridades: Vritra. Esta lucha eterna ejemplifica el dualismo «bien-mal», «nacimiento-muerte» de la vida humana y del propio caminar del universo.
Sin embargo, todo el conjunto de los Vedas debe ser entendido de un modo mucho más profundo, hasta llegar a experimentar la no-dualidad en la que el bien y el mal son sólo dos caras de la misma moneda, dos extremos dentro de la eternidad del Brahman.
Como decía anteriormente, los Vedas fueron transmitidos oralmente por espacio de millares de años y su sabiduría se pierde en los albores de la humanidad, por lo que representan uno de los saberes más antiguos y profundos que conoce el ser humano. De forma mucho más reciente fueron compilados por escrito en las orillas del lago Mânasa-Sarovara, más allá del Himalaya, en el Tibet. El más antiguo de los Vedas escritos es el Rig Veda, que parece datar del año 1200 a.C., teniendo en cuenta el lenguaje y las afinidades con la antigua religión del Irán antes de las reformas de Zoroastro.
Todos los hindús tienen una reverencia profunda por los Vedas . Los cuatro libros Védicos contienen himnos a los dioses hindúes principales, ofreciendo:
- Plegarias litúrgicas para recitar en los sacrificios
- Canciones para ejecutar con melodías tradicionales
- Exorcismos y encantamientos
- Creencias
- Plegarias devocionales.