¡Hola de nuevo! Tras un tiempo de inactividad en el blog, debido sobre todo a mis obligaciones profesionales que me han tenido bastante ocupado, he decidido volver a escribir con uno de mis temas favoritos: la muerte. Sin ninguna duda, como ya he explicado en diversas ocasiones desde la primera entrada que escribí sobre este tema, la muerte es el tema tabú por excelencia en nuestra sociedad. Si observas a tu alrededor, verás cómo la gran mayoría de la gente prefiere vivir sin pensar en ello. Por no hablar de la tendencia de la sociedad a ocultar todo lo que tiene que ver con la muerte, ya sea en medios de comunicación, publicidad, etc.
Sin embargo, sé que es uno de los temas que más interesa a mis seguidores desde el primer día, así que voy a dar un nuevo punto de vista sobre el tema en este artículo. Y aprovecho también para comentaros que ya estoy trabajando en un futuro libro específico sobre la muerte, que tomará la base teórica del libro La Verdad en Ti Mismo y profundizará en el gran miedo del ser humano, ofreciendo una visión completa sobre el tema. Os iré hablando de él en las próximas semanas y espero que sea de vuestro agrado.
Ante la muerte no hay excusas, ni explicaciones, ni remordimientos
Hace poco tiempo, en una conversación que tuve con una persona enferma de cierta edad, observé una actitud muy recurrente en nuestra sociedad. Sabedora del inminente final de su vida, esta persona estaba centrando todo su esfuerzo en dejar todo bien preparado para cuando no estuviera. Me refiero al típico asunto del testamento, herencias, documentación, etc. Le preocupaba muchísimo que, una vez que no estuviera, quedasen flecos pendientes en torno a sus posesiones y su vida pasada. Cuando me preguntó, por supuesto, le di una respuesta muy directa: ¿Ves la incongruencia de esta actitud? ¿Por qué te preocupas tanto de lo que pasará más allá de tu vida, más allá de tu historia personal? ¿Qué hay de lo que estás viviendo en este momento, aquí y ahora?
Con esta pequeña anécdota sólo quiero llamar tu atención hacia algo muy importante que debes aceptar cuanto antes. Y, para facilitar la reflexión, lo matizaré en tres puntos distintos:
- No existe una historia personal más allá de la muerte. Da igual lo que hayas leído, lo que te hayan contado o lo que hayas imaginado. Una vez que tu cerebro muera y tu memoria desaparezca, tu historia personal se irá con ellos. Olvídate de recordar a tus seres queridos, de volver a hablar con ellos o de mantener cualquier tipo de contacto con tu vida actual. Las historias de fantasmas son muy entretenidas y a muchas personas les sirven para mantener cierta fe en el más allá, pero son sólo eso, historias. No te preocupes tanto por lo que vendrá después de la muerte, porque tu persona ya no estará ahí para juzgarlo.
- La vida continuará, aunque tú ya no estés. Deja de preocuparte por dejar todo arreglado antes. Y olvídate de esa extraña obsesión que tienen muchas personas de mantener un recuerdo vivo que sobreviva a su existencia. La Vida, más allá de los nombres y las formas, más allá de los dramas personales, continúa en movimiento. Y tu «yo soy», tu personaje o como quieras llamarlo, no tiene ninguna importancia ni ninguna influencia en esa vida inabarcable.
- No vas a perder absolutamente nada. Deja que la naturaleza siga su curso. La muerte es un hecho natural, una parte intrínseca de la existencia material. Y tu cuerpo no es ninguna excepción. Al igual que un día, en un determinado momento y lugar, surgió esa chispa de consciencia individual que es el «yo soy» que ahora estás experimentando, en otro momento desaparecerá sin dejar rastro. Pero, ¿sabes qué? Tú no eres eso. Tan sólo es una idea con la que te has identificado durante todos estos años. No te preocupes: no tienes nada que perder, porque en ningún momento has poseído nada. No hay una historia que continuar. No hay ningún culpable, ni ningún remordimiento. Todo queda atrás ante la muerte. Acéptalo o continúa sufriendo, tú eliges.
Superar la muerte pasa por superar tu propio miedo y tu propia esperanza
El miedo a la inexistencia, a dejar de experimentar y reconocer ese «mundo real» es lo que lleva al ser humano a buscar alternativas y soluciones ante ese instante final. Al fin y al cabo, el «yo soy» no puede aceptar que tan sólo es una idea más. Desaparecer sin dejar rastro y dejar atrás toda una historia de sufrimiento y esperanza (normalmente alternándose a partes casi iguales) no es un plan demasiado alentador, ¿verdad?
Sin embargo, si quieres superar el miedo a la muerte debes afrontarla de forma directa. Sin excusas y sin fantasías. Soñar con cielos o infiernos futuros no añadirá más que sufrimiento y confusión a tu mente. Y cualquier idea sobre la muerte y la vida posterior son sólo excusas para evitar afrontar la realidad: que tu historia personal es algo efímero y pasajero, sin más. ¿Significa eso que no debas vivir tu vida, que debas abandonar todo y no hacer nada? Si todavía piensas eso, es que no has leído mucho este blog o que no nos hemos entendido hasta ahora :). Precisamente, cuando no esperas nada de la vida, cuando no le pides nada, es cuando la puedes disfrutar en su verdadera plenitud. Cuando dejas de obsesionarte por un hipotético futuro, por una supervivencia personal, es cuando puedes vivir de forma real. La muerte es el Gran Maestro, el único que te pondrá frente a frente con la realidad de tu aparente existencia. Deja de mirar a otro lado y afróntala en este mismo momento. Todo está desvaneciéndose a tu alrededor, ¿por qué miras a otro lado? Recuerda: vive, en lugar de pensar que vives. Sé realista y sincero. Sólo ahí encontrarás la Verdad. Sólo ahí serás libre.