La meditación y el yoga son prácticas milenarias que nos invitan a explorar nuestro cuerpo, mente y espíritu, brindándonos una gran cantidad de beneficios. El principal objetivo de la meditación es, como explican los grandes maestros, quitar el velo de la ilusión y contemplar la realidad sin juicio, tal cual es. No importa la técnica que elijamos (yoga, vipassana, zazen, etc); el fin último de cualquiera de ellas es ir más allá de nuestra mente pensante, romper la rutina mental y conectar con nuestro verdadero ser.
Pero, si bien estas técnicas pueden ayudarnos a romper el condicionamiento mental y liberarnos de la pesada carga personal, no debemos crear una especie de «doble vida», separando el tiempo que estamos meditando del resto del día, como si fuesen cosas distintas. A menudo conozco a personas que llevan muchos años practicando algún tipo de meditación. Estas lo hacen muy bien pero, en su rutina diaria, siguen teniendo los mismos miedos y conflictos. ¿Por qué? Porque la meditación se está limitando en estos casos a una práctica independiente, ajena a nuestro día a día.
Si bien los beneficios de esta práctica regular son indudables (reducción del estrés, mejora de la salud emocional, etc.), desde la perspectiva del despertar aún nos faltará un paso importante.
Meditación y el yoga de la acción como vía hacia el despertar
El estado real de meditación no debe limitarse a un periodo de práctica único, sino que debe extenderse a lo largo de toda nuestra existencia. El despertar no se alcanza en una práctica específica, a lo largo del tiempo. Todo cuanto el Ser vive, experimenta y observa, sucede dentro de un mismo estado de quietud y aceptación. Esa es la verdadera meditación: conectar con la paz interna aquí y ahora, independientemente de lo que estemos haciendo. En eso consiste el yoga de la acción sin fruto.
No hay que buscar un espacio idóneo para cierta práctica, ni alejarse del mundo, para estar en paz con nosotros mismos. Más bien es al contrario: todo cuanto sucede a tu alrededor debe ser aceptado y utilizado como vía hacia el despertar. Sólo así se eliminará la separación entre la práctica espiritual y la vida diaria, dejando paso a la verdadera conciencia despierta.