Dibujo de Azazel, ángel caído del Libro de Enoc. Wikipedia |
Afronta la verdad y abandona las historias
Empecemos por el principio: ¿de dónde surge tu necesidad de seguir a un Dios que te juzga, te hace sentir inferior, te castiga o te recompensa, en función de tus actos? ¿Por qué aceptas los dictados de un «Ser todopoderoso», que sin embargo no parece tener el poder de entenderte ni ayudarte? ¿Por qué crees en demonios y fantasmas que quieren hacerte sufrir? ¿Quién te hace sufrir de verdad?
La respuesta a estas cuestiones, si observamos con sinceridad, es fácil: necesitas a alguien que «te salve», que cuide de ti, que te de las respuestas a aquellas preguntas que siempre te has hecho y, ante todo, que dé credibilidad a tu historia personal y te prometa que, tras la muerte, seguirás existiendo con todos tus recuerdos y apegos. Por supuesto, eso sólo te llevará una y otra vez al sufrimiento y al miedo, porque tu vida siempre estará siendo observada y juzgada. Y peor aún, la creencia en la existencia de seres sobrenaturales (sean muertos, fantasmas o supuestos «seres de luz») cuyo único cometido es perseguirte y hacerte daño, te hará vivir en un estado continuo de miedo psicológico que sólo conseguirá atormentarte.
Si vamos a un punto anterior, el origen de toda esta búsqueda de respuestas externas nace en el miedo a la muerte, a la pérdida de la identidad. En definitiva, el miedo a lo desconocido. Pero en el fondo sabes que esa es la única realidad: no conoces, no sabes qué eres realmente, ni nunca lo sabrás, porque todo aquello que conozcas o llegues a conocer en el futuro sólo serán ideas, teorías y juegos mentales para evitar mirar directamente a la verdad. Lo que tú eres no lo puedes conocer con tu mente, ni comprender, ni retener en tu memoria. Sólo puedes ser lo que ya eres; todo lo demás, todo lo conocido, es sólo mente.
La realidad es que tu historia personal, tu «yo», tu nombre, tus recuerdos, tus dioses… todo eso es pasajero y desaparecerá un día, mucho antes de lo que llegas a imaginar. ¿Por qué te aferras a ello? ¿Por qué temes tanto vivir en el No-saber? No elijas el camino «fácil» de dejar que otros decidan por ti. No decidir también es decidir. Se valiente y afronta la verdad, aquí y ahora. Abre los ojos a lo desconocido y dejarás de temer a tus demonios.