Dada la gran aceptación que ha tenido a lo largo del tiempo mi texto acerca de la historia del bodhisattva Avalokiteshvara y puesto que me lo habéis pedido varios por mensaje privado, hoy quiero hablaros de otro de los bodhisattvas más conocidos: Manjushri, el bodhisattva de la sabiduría.
Al igual que Avalokiteshvara, Manjushri pertenece también al grupo de los más grandes bodhisattvas del budismo Mahayana. Se suele representar sentado en la posición del loto, con una espada en una mano, simbolizando la sabiduría que permite cortar las ataduras de la ilusión (Maya). En la otra mano, suele portar un libro. El libro es el Prajnaparamita, cuya traducción del sánscrito sería «Perfección de la sabiduría» y contiene los sutras para eliminar el velo de la ignorancia.
El legado del Bodhisattva Manjushri: sabiduría, elocuencia y claridad mental
Una de las claves del budismo, independientemente de qué escuela se trate, es la superación del velo de la ignorancia y la identificación con el mundo de los sentidos. El pensamiento, los estímulos sensoriales y un largo etcétera de intoxicaciones y obstáculos impiden al observador ver más allá de su historia personal. A consecuencia de esto, el miedo y el sufrimiento dirigen sus acciones en este mundo. Y precisamente Manjushri simboliza la ruptura de las cadenas de esta ilusión, del velo de Maya, a través de la sabiduría y la claridad mental.
El bodhisattva Manjusrhi a veces también es conocido como «la espada flameante». Se dice que es el bodhisattva más antiguo en la mitología mahayana y está presente en los sutras más antiguos, siempre simbolizando la sabiduría trascendental (prajna). Esta es una de las bases fundamentales del budismo, la eliminación del velo de la ignorancia a través del desarrollo de la atención correcta y la sabiduría, más allá de las intoxicaciones del «yo».
El Noble Óctuple Sendero propuesto por el Buda Shakyamuni es una magnífica representación filosófica de lo que representa el desarrollo de esta sabiduría trascendental. Y, desde los orígenes del budismo, Manjushri es el bodhisattva que simboliza la encarnación de esta claridad interior y su desarrollo a través de la meditación.
Esta es, a mi juicio, una de las grandes aportaciones del budismo al ser humano. La práctica habitual de la meditación y la observación interior constituye una magnífica herramienta de autoconocimiento. Porque, como siempre suelo recordar en La Verdad en Ti Mismo, es preciso volver al origen, al principio de todo lo que uno cree ser o conocer, para poder ver la realidad, más allá de nuestra historia personal.