Una vez analizados los diferentes estados del «yo» durante el sueño y la vigilia en una entrada anterior, me gustaría analizar cómo ese «yo soy» se relaciona con los acontecimientos que suceden a su alrededor y, más concretamente, la importancia de la aceptación como vía para eliminar el sufrimiento y la intranquilidad interna. Para ello trabajaremos tres ideas clave.
1- El «yo» sólo vive en el tiempo. No existe aquí y ahora
Esa es la clave del conflicto entre el «yo» y los hechos que suceden en su mundo. Para que exista un sentimiento de «yo soy», un observador estable tras la experiencia, es preciso crear una historia personal, una relación kármica entre lo que está sucediendo, lo que ha sucedido en el pasado y lo que está por llegar.
Basta con observar el Aquí y Ahora, sin juicio y sin expectativas, para ver que realmente no hay nada parecido a un «yo» en este momento. El mundo interno y externo se despliega ante tu atención de forma espontánea, nace ante ti a cada instante. Es tu ego, tu historia personal, quien dibuja nombres y formas, quien «pone cada cosa en su sitio». Compruébalo tú mismo: al despertar por la mañana, observa esos instantes iniciales en los que «todavía no eres persona». Verás que es tu propia mente la que, para poder seguir adelante con su día a día, organiza nuevamente los pensamientos, las ideas, los nombres y las formas.
2- El «yo» filtra el mundo a través de su pasado
Esta negación involuntaria del momento presente es algo más habitual de lo que parece a simple vista. De hecho, es el estado habitual de la mente cuando no está tranquila, cuando no está en paz. Todas las reacciones del «yo» se basan en el tiempo, en su historia personal, por lo que necesita recuperar el pasado y filtrar lo que observa a través de la memoria.
Esto también lo puedes observar fácilmente. Tan solo mira a tu alrededor y presta atención a cómo tu mente etiqueta todo aquello que ves, oyes o sientes: «esto es un árbol, una mesa, un coche, etc.». Es algo muy rápido, casi instantáneo y su capacidad para captar tu atención es total, a no ser que dicha atención esté enfocada en lo único que existe, Aquí y Ahora.
Acepta el mundo tal como es en este momento. Esa es la puerta hacia la paz interior |
3- La aceptación frente al rechazo del momento presente
Por último, la tendencia del «yo» a crear tiempo, a dirigir la atención hacia el pasado y el futuro, genera una forma de sufrimiento muy habitual: el rechazo al momento presente. La mayor parte del tiempo se produce de forma inconsciente, por simple inercia mental, pero la negación y el rechazo a lo que estás viviendo en este momento genera un conflicto mucho más profundo de lo que se puede percibir a simple vista.
Ese rechazo te impide, entre otras cosas, disfrutar de lo que el mundo te ofrece Aquí y Ahora, porque estás «demasiado ocupado con tus asuntos». ¿Cuántas veces te has sentido así? También te impide responder de una manera fresca y espontánea al mundo que te rodea, generando un esfuerzo y un gasto de energía innecesarios que, por supuesto, tienen sus consecuencias en tu cuerpo y tu mente.
El estado natural de Ser, en el que la mente está tranquila, sin juicio y sin expectativas, es espontáneo, sencillo, sin esfuerzo. Todo está en su sitio, no hay lucha. Por contra, el estado de alienación provocado por el rechazo al momento presente es siempre tedioso, exige esfuerzo, tiempo y sufrimiento.
¿Cómo mantenerse en el estado natural, más allá del conflicto y la separación? Puede parecerte una tarea muy difícil, quizá imposible, pero te daré una pista: empieza por observar lo único que es real, lo único que tienes, lo único que siempre ha permanecido ahí y que nunca ha cambiado, el Aquí y Ahora. Tu atención es Aquí y Ahora, tu Ser está presente únicamente en este momento eterno. No necesitas nada más, sólo observar lo que es, sin juzgar, sin pedir nada al mundo. No busques lograr grandes sueños, ni visitar «universos paralelos», ni «despertares con campanillas». Empieza por aceptar y vivir el momento presente, independientemente de la forma que adopte. Esa es la clave de tu despertar.
Pero, para terminar, quiero también hacer una advertencia, de la que hablaré en otra entrada futura: no caigas en la tentación de «juzgar al observador». Cuando hablo de observar sin juicio, de aceptar las cosas tal como son, empieza también por ti mismo. No juzgues a tu persona y su comportamiento, porque estarás generando un segundo nivel de conflicto, más difícil de percibir que el mundo exterior.