A medida que avanza la ciencia, casi a diario, es posible ir comprobando empíricamente cómo la materia y la energía del universo fluyen en todas direcciones, en una danza constante de movimiento y cambio. Átomos y partículas subatómicas viajan a lo largo y ancho del cosmos, en un intercambio constante de información y materia. De hecho, según un estudio reciente hecho en la Universidad Northwestern, una parte de la materia que compone nuestro cuerpo procede de algún lugar más allá de nuestra galaxia. Este es un buen contexto para reflexionar sobre una de las preguntas más habituales que el ser humano se ha hecho desde siempre: ¿cómo saber de dónde venimos?
La separación es sólo una idea
La idea de separación, una de las más arraigadas en el pensamiento humano, es una de las principales fuentes de conflicto y sufrimiento. El «yo soy» necesita separación para crear su sentido de identidad pero, inevitablemente, dicha separación conlleva siempre un enfrentamiento entre el «yo y lo mío» y el resto del mundo. Desde un punto de vista diferente, este asunto fue tratado anteriormente en un artículo sobre la discriminación, que no deja de ser otra manifestación más de la idea de separación del «yo». Sin embargo, la dualidad, la idea de separación, es sólo un pensamiento mental, una idea acerca del mundo que dista mucho de ser real.
Como demuestra el estudio mencionado anteriormente, incluso a nivel físico, la idea de que las formas y los objetos que componen el universo son entes individuales, separados del resto, es sólo una ilusión. La materia que compone todo el universo procede de estrellas, y éstas a su vez están formadas principalmente por hidrógeno y helio, que fueron los primeros elementos que hubo en nuestro universo material en sus inicios. Y, como reza el principio más básico de la física, la energía no se crea ni se destruye, se transforma. De hecho, tu propio cuerpo está continuamente intercambiando átomos e información genética con el entorno, a todos los niveles.
Desde este punto de vista, preguntar de dónde venimos debería dejar de tener sentido, porque incluso a nivel físico no hay diferencia entre «nosotros» y «lo que no somos nosotros». Quizá la idea más próxima a la realidad sea la frase «somos polvo de estrellas».
De dónde venimos y adónde vamos, más allá de lo físico
Continuemos investigando un poco más esta pregunta: ¿Cuál es el origen del ser humano? ¿De dónde venimos? Más allá de la ciencia, esta cuestión ha sido siempre una constante en cualquier persona, ¿verdad? Pero, déjame plantearte algunas cuestiones: ¿Quién viene? ¿De quién estamos hablando? ¿Hay acaso un «yo» completo y separado del resto, que tenga un origen de tipo «espiritual» o metafísico? Si partimos del hecho de que la energía del universo material es un todo que, simplemente, va adoptando diferentes formas, ¿de qué serviría crear separaciones más allá de la materia? ¿Acaso la inteligencia, la esencia, la vida (o como queramos llamarlo) que da forma a esa danza material sí contendrá separación?
Lo siento, pero la respuesta sólo puede ser una: no venimos de ningún sitio, ni vamos a ninguna parte. Cualquier idea, cualquier filosofía y cualquier mitología que inventemos, sólo servirá para crear separación entre «lo bueno y lo malo». Aún más, no hay nadie que venga ni vaya. No hay «yo», porque todas las ideas y formas que lo rodean son sólo eso, pensamientos. ¿Qué es lo que queda cuando no existe esa separación, esa idea de un ser separado del resto? Eso sólo puedes descubrirlo por ti mismo, viviéndolo de forma directa. No puedes saberlo, ni comprenderlo, porque toda teoría es sólo eso, pensamiento. Abraza el silencio y el vacío del «no saber». Es lo único que tienes y, a su vez, es mucho más de lo que llegas a imaginar.