Siguiendo con el contenido de mi post anterior, voy a explicar a continuación cómo la observación sin juicio es la clave para ir más allá del pensamiento y poder estar plenamente presentes, sin apegos mentales.
Como bien explica el Buda Sakyamuni, ante cualquier estímulo tanto interno como externo siempre surgen una serie de reacciones. En el caso de la mente, todo estímulo es etiquetado de una manera automática, sin mediar en la mayor parte de los casos nuestra propia intención. Es algo así como un mecanismo automático que sirve para poner nombre y forma a cuanto nos rodea, dando lugar al mundo de juicios y conceptos en el que aparentemente vivimos (el mundo de Mara, la ilusión). Pero igual que etiquetamos los estímulos externos, también etiquetamos los estímulos internos (emociones, pensamientos, miedos…), dando lugar a un cuerpo de juicios y conflictos que origina lo que se suele conocer como el ego.
(Dibujo del Buda Sakyamuni a los pies del árbol Bodhi, rodeado de las tentaciones y los demonios de Mara)
Trascender la ilusión
Ese cuerpo mental, ese grupo de ideas que conforman el ego, se convierte en un filtro entre la realidad y nuestro concepto de ella, generando la idea de separación y el conflicto entre «yo y el mundo». Pero, ¿cómo ver más allá de todo esto?
Un buen primer paso es mediante la observación interior. Desde tiempos inmemoriales, con las distintas técnicas de meditación se ha buscado precisamente ir más allá del pensamiento, ser capaz de trascender todo ese cuerpo de ideas y juicios y ver la realidad tal cual es, con la conciencia despierta. De hecho, el principal poder del ego es nuestra falta de atención, que hace que nos identifiquemos con ideas falsas que nada tienen que ver con la realidad, sino que constituyen viejos conceptos sobre ella.
La Recta Atención es uno de los pilares fundamentales del Noble Óctuple Sendero
La atención a la respiración sigue el mismo proceso: en un principio, la mente pensante tratará de «ponerle nombre» a la respiración, juzgando si es conveniente o no, si es demasiado rápida o demasiado lenta, etc. Es preciso abandonar todo juicio, no buscar nada específico en la respiración, sino simplemente observarla. Ya es perfecta tal cual es. Es nuestro aliento de vida, el combustible que, de manera automática y sin que seamos conscientes la mayor parte del tiempo, sostiene nuestra vida y se convierte en el soporte principal de nuestro ser material.
Cuando surge el pensamiento no hay que juzgarlo, pues eso refuerza nuestro ego y hace que surjan mil pensamientos más. Tampoco hay que luchar contra él, ni tratar de evitar que surja. Simplemente hay que mantener la conciencia despierta, la atención centrada en el fluir de la respiración, dejando pasar todo pensamiento y toda reacción, simplemente permaneciendo aquí y ahora. Esto hará que la incesante corriente de pensamiento se diluya, llegando el momento en que la mente esté también en calma, en su estado natural, dando paso a una conciencia despierta, sin juicio.