Esto, que parece muy sencillo, a una mente que no está en calma le resulta muy complicado, porque su propia inercia (Tamas) y su tendencia a la actividad sin fin (Rajas), le empujan a repetir constantemente los mismos patrones de pensamiento y juicio, de manera casi automática. Sólo una mente tranquila, con una atención centrada en el Aquí y Ahora, puede ser capaz de observar cómo esos patrones de pensamiento surgen y desaparecen, de forma involuntaria.
Ante cualquier estímulo, el juicio surge y capta la atención del «yo», reforzando la idea de una historia personal permanente en el tiempo y condicionando la respuesta a dicho estímulo. Ser capaz de observar estas reacciones, sin identificarse con ellas y manteniendo una atención serena, en su sitio, es el secreto para trascender al «yo». Pero, sin embargo, esta misma observación, si no es sincera al 100%, puede convertirse en un arma de doble filo…
La identificación con un «yo soy» crea la dualidad y el conflicto con el mundo, perpetuando el sufrimiento y la ignorancia |
Incluir al «yo soy» en la observación. Abandona el juicio a ti mismo
Mientras estás actuando, no hay ningún conflicto, ninguna duda. Es después cuando aparece el sentimiento de culpa y el juicio a ti mismo, lo que atrae tu atención de una forma mucho más poderosa que cualquier estímulo externo. Además, este nivel de identificación es muy profundo e instantáneo, porque se trata de «ti mismo» y cuestionarse la existencia del propio «yo» resulta mucho más difícil, ¿verdad?
Observa a tu «yo» como a un bebé: no es malo ni bueno, no tiene culpa de nada. Sólo actúa como le han enseñado, lleno de inocencia e inquietud por descubrirse a si mismo. |
La clave: «yo soy» también es parte del mundo. Déjales ser como son
Llegados a este punto, debemos ser muy tajantes: tu «yo», tu historia personal y todo tu mundo de recuerdos y vivencias también es parte del mundo observable. No existe algo así como «un mundo interno y un mundo externo». Es tu mente la que crea esa separación, debido a un único motivo: la identificación con el «yo soy». Para despertar es preciso romper esta separación, integrar absolutamente todo en la observación, especialmente tus pensamientos y tu espacio interno.
Sólo la atención despierta, sin expectativas, sin juicios y sin características, será capaz de ver al «yo soy» como parte del mundo, como un objeto más que se puede observar y que, por supuesto, no es tu naturaleza última. Pero cuidado en este punto: no se trata de juzgar al «yo soy», de reprocharle ni exigirle nada. Como parte del mundo, tu «yo soy» y tu historia personal también están en ti, forman parte del todo y no hay por qué luchar contra ellos.