El Ser Humano pasa la mayor parte de su vida buscando todo aquello que no tiene: más dinero, más felicidad, más salud, mayor longevidad… De hecho, éste parece ser el juego interminable del ego: proyectar un futuro «ideal» en el que alcanzaremos algo o llegaremos a ser algo «mejor» de lo que somos ahora. Si hablas con cualquier persona, todas ellas tienen planes, esperanzas de alcanzar alguna meta.
Pero quizá ese futuro nunca llegará y, además, todo cuanto podamos buscar o llegar a ser sólo lo podremos encontrar en un único lugar: aquí y ahora. Piénsalo con sinceridad: ¿quién te puede asegurar que este no será tu último momento, que el mundo no desaparecerá ahora mismo ante tus ojos?
Aprecia lo que tienes en este momento
Este mensaje que parece tan sencillo, resulta casi imposible de llevar a la práctica para el ego, ya que implica abandonar el deseo, dejar de buscar un fruto en todo lo que hacemos y simplemente estar aquí y ahora, plenamente, haciendo lo que debas hacer en cada momento. No busques más allá. Haz cualquier cosa de manera plena, con toda tu atención, sin juicios, sin expectativas, sin remordimientos.
Y por supuesto, no esperes a perder las cosas para aprender a valorarlas, pues ese es quizá el juego más destructivo del «yo»: la propia búsqueda de más y más hace que no veas lo que realmente tienes, perdiéndolo sin ni siquiera haberte dado cuenta de su presencia.
Sólo una mente en silencio puede descubrir y apreciar el mundo de forma plena
Descubre el mundo que nace ante ti
En otro post ya hablé de ello y quiero recuperar aquí este tema. El mundo viejo, de nombres y formas preestablecidas, que tiene su principio y su fin, es sólo parte de tu mente. Tus ojos sólo son capaces de ver el pasado en todo cuanto te rodea, etiquetando el mundo con las ideas que has albergado tanto tiempo, filtrándolo a través de tu historia personal.
La realidad es muy distinta y nace a cada instante ante tus ojos. Aprende a ver el mundo de esta manera y podrás maravillarte de la belleza inabarcable que te rodea. ¿Cuándo fue la última vez que te maravillaste realmente ante una puesta de sol? ¿Cuándo reíste por última vez de verdad? ¿Y cuánto hace que no juegas con un niño, sin más pretensión que disfrutar de ese momento? Sólo si estás realmente presente, sin pasado, con esa inocencia del que ve el mundo por primera vez, podrás descubrir la belleza en las cosas pequeñas.