Seguro que, en alguna ocasión, has escuchado la frase del título de este artículo: esto también pasará. Es una frase que utilizo muy a menudo en mis charlas y conversaciones acerca de la vida, del despertar y, en general, del día a día de cada uno de nosotros. Pero, ¿qué utilidad real tiene esta frase tan sencilla? Adentrémonos en ella como es debido…
No importa cuál sea tu situación ahora mismo: esto también pasará
Una de las principales enseñanzas del I Ching, del budismo, del cristianismo y de casi cualquier cultura, es la que habla acerca de la impermanencia de la vida y de las situaciones que nos rodean. El universo entero se mueve en una danza sin fin, en la que mundos y galaxias enteras surgen y se desvanecen a cada instante. ¿Por qué iba a ser diferente con tu historia personal?
No importa los logros que hayas alcanzado, lo «importante» que sea un determinado aspecto de tu vida o lo mucho que hayas luchado para conseguir lo que tienes ahora. Esto también pasará, sea lo que sea. Aprender a aceptar este hecho implica comprender uno de los grandes secretos de la vida. La impermanencia es la única constante, a todos los niveles. Como siempre digo en las lecciones de I Ching: lo único permanente es el cambio. Así de sencillo y, a su vez, así de difícil de aceptar para una mente implicada y emocionada con su efímera historia de logros y fracasos.
Esto también pasará… La parábola del anillo del rey
Hay una preciosa parábola, que habla de un rey que pidió a los sabios de su corte que fabricasen un anillo con un diamante. Dentro de la joya, debían ocultar un mensaje clave, sencillo y que, con muy pocas palabras, constituyese un gran apoyo para el rey en sus momentos de mayor desesperación. Debía ser algo muy breve, para poder introducirlo en su anillo y, a su vez, debía contener el mensaje más poderoso de todos.
Los sabios divagaron y debatieron largo tiempo, sin encontrar las palabras exactas que pudieran cumplir un cometido tan importante. ¿Cómo podían dar con unas pocas palabras, una breve frase, que contuviese la sabiduría suficiente para ayudar al rey en los momentos más difíciles de su vida?
Por su parte, al ver que los sabios no encontraban las palabras exactas, el rey consultó a un sirviente y amigo, que sin dudarlo ni un instante le dijo: «no soy un sabio, ni un erudito, pero conozco el mensaje que necesitas». El sirviente escribió el mensaje en un minúsculo trozo de papel, lo dobló y se lo dio al rey. Le pidió que no lo leyese, que se limitara a esconderlo en la joya del anillo, como era su deseo y sólo acudiera a él en el momento que realmente lo necesitara.
Poco tiempo después, el reino se vio invadido por el enemigo y el rey tuvo que huir para poner su vida a salvo. Con el enemigo pisándole los talones, acabó llegando al borde de un precipicio. No había salida, era el fin. En ese momento se acordó del mensaje del anillo y recurrió a él. Esto era lo que ponía: «esto también pasará». Justo mientras leía el mensaje, el rey se dio cuenta de que a su alrededor no había más que silencio. Los ruidos de los soldados que le perseguían habían desaparecido. Estaba a salvo.
Profundamente agradecido, el rey volvió a palacio y continuó con su vida, una vez superada la guerra que casi le había costado la vida. Con el paso del tiempo, volvió la prosperidad y la ostentación a su vida. Tanto mejoraron las cosas, que el rey volvió a su vida de excesos y opulencia, hasta que un día, su sirviente, le recordó que debía volver a consultar el anillo, diciéndole que ese mensaje era tanto para los buenos como para los malos momentos. El rey, justo en aquel momento, comprendió por completo el mensaje de su anillo.
En el éxito y el fracaso… esto también pasará
La bonita parábola del anillo del rey pone de manifiesto cómo resulta mucho más fácil recurrir a la filosofía y a las creencias cuando las cosas vienen mal dadas. Pero no debemos caer en esa trampa del ego. Cuando las cosas te vayan bien, cuando todo parezca ir sobre ruedas y cuando estés alcanzando todo lo que te has propuesto, también debes recordar que esto también pasará.
La naturaleza efímera de la existencia se pone de manifiesto a cada instante ante ti. El día y la noche; el nacimiento y la muerte; el éxito y el fracaso, el inicio y el fin de todas las cosas… El despertar y la paz interior radican en la aceptación de esa impermanencia, a todos los niveles. Y eso implica empezar por uno mismo, por el «Yo soy» y su aparente estabilidad. Nada en tu historia personal es permanente. Nada de tu pasado está aquí. Nada de tu futuro será para siempre. Sólo dispones de este momento: Aquí y Ahora. No te aferres a nada, porque nada es tuyo.