Cualquiera que esté habituado a leer libros sobre filosofía, espiritualidad o la llamada «new age» se habrá dado cuenta de que, una gran parte de la literatura existente sobre el tema, parece tener claro cuál es el «demonio» real al que se enfrenta el ser humano: su propio cuerpo físico.
Trascender la materia y alcanzar ese cuerpo «astral», más elevado que el físico, que no esté sujeto a los límites materiales y que está hecho de «luz y bienaventuranza», ha sido una de las grandes obsesiones del hombre desde la antigüedad. Pero hay algo inquietante en esa búsqueda: ¿dónde queda el cuerpo físico? En la mayoría de los casos, el castigo y el menosprecio pueden ser la respuesta.
Para estar en paz debes unir, no separar
He hablado largo y tendido en este blog de cómo la separación sólo crea conflicto y sufrimiento. Si existe algo bueno que debemos conseguir, necesariamente debe haber una contrapartida, algo «malo» que hay que rechazar. Ese es el origen de todas las luchas, no sólo a nivel interno, sino también en la sociedad y en el mundo que nos rodea. La obsesión por imponer unas ideas sobre otras, el racismo, la violencia de género… todo nace de la identificación con una de las partes y el rechazo a la otra. ¿Cómo puede eso ser la vía para el Despertar? Más bien es su principal enemigo.
La dualidad, el conflicto entre una parte y otra, aleja la paz de uno mismo y de cuanto le rodea. El rechazo o el apego al cuerpo físico son sólo parte de esa dualidad.
Partiendo de esta base, es evidente que luchar contra tu propia naturaleza física, tratar de someter a tu cuerpo material, rechazar o negar sus necesidades, sólo te llevará al sufrimiento. Evidentemente, no hay que confundir esto con su opuesto: la identificación total con el cuerpo físico, la búsqueda del placer como bien último, sólo te llevará nuevamente al dolor, especialmente cuando la vejez, la enfermedad o la muerte te devuelvan a la realidad. Los excesos, la sobrealimentación, el abuso del cuerpo en cualquiera de sus modalidades, sólo te llevará a un único destino: el sufrimiento. Existen numerosas «culturas» que promueven ese tipo de excesos como una vía de conexión con ese «cuerpo superior», que no es más que otra cara de la misma moneda, la dualidad y el conflicto.
La clave, una vez más, está en trascender los opuestos. Nacimiento y muerte, juventud y vejez, salud y enfermedad… todos son parte de lo mismo, de una existencia corporal que, sin ninguna duda, también forma parte de tu realidad. ¿Por qué negarla?
El cuerpo humano es un auténtico universo en si mismo. |
El cuerpo también es parte del Despertar
El cuerpo físico forma parte de la naturaleza material que nos rodea y, como tal, debe ser incluido también como parte del Ser. Piénsalo bien: sólo existe un único momento en el que puedes despertar, que es Aquí y Ahora. Tu Atención y tu Ser traspasan todo cuanto te rodea, todo cuanto piensas, sientes o temes, incluida tu naturaleza física. Abrázala, deja que exista.
No luches contra la mortalidad de tu cuerpo, ni pretendas desprenderte de él como un mal o un castigo. Más bien al contrario: el cuerpo físico es una auténtica obra maestra, con innumerables conexiones y procesos que implican a millones de células, átomos, partículas subatómicas…¿has pensado en las maravillas que esconde tu cuerpo? Es un microcosmos por derecho propio, con una inteligencia que va más allá de tus pensamientos y tus ideas, que mantiene todo en su sitio… ¿cómo podría algo así ser negativo o impedirte ser lo que eres?
Por supuesto, no hay nada malo en el cuerpo, sino que es tu identificación con sus limitaciones, tu apego y tu miedo a perderlo lo que te impide ver la realidad: que no hay nada parecido a «tu cuerpo», pues la vida misma, más allá de formas individuales, es tu verdadero Ser. Abraza la vida y la muerte del cuerpo físico como lo que son, procesos de una realidad mayor, de una nada inabarcable y carente de toda dualidad… parte de ti mismo.