Tal como explica el vedanta advaita, la personalidad, la idea del “yo”, está formada por el conjunto de ideas y conceptos que se asocian a un sentido de individualidad separado de cuanto nos rodea. La conceptualización de un mundo “externo” frente a nuestro aparente mundo interno da lugar a la ilusión del nombre y la forma (Maya). De esta ilusión surge la idea de separación de todo cuanto nos rodea, dando lugar al sufrimiento originado por el apego y el miedo.
El apego genera en el ego la idea de “Esto es mío”: esta es mi mente, este es mi cuerpo, esta es mi personalidad, esta es mi esposa, etc. Según esta filosofía, el proceso nace en el sentimiento “yo soy”, el sentimiento de individualidad. Esta individualidad se proyecta en forma de una aparente personalidad separada del resto. La conciencia se identifica con un idea (yo soy) y centra su sentido de ser en ella, confiriendo al resto la idea de “esto no soy yo”. Los recuerdos y la experiencia del yo van formando una personalidad, nacida de la identificación con los pensamientos y la memoria, que forma lo que aparentemente creemos ser: mi cuerpo, mi mente, mis miedos, etc. Cuando el yo se apega en exceso a un determinado recuerdo o a una determinada idea (mi esposa, mi hijo, mi vida), surge el miedo a la pérdida, a dejar de ser completos. De este apego surge el miedo a la muerte: miedo a perder nuestra personalidad, a perder nuestra historia personal, lo que creemos que somos.
La forma de trascender este miedo consiste en comprender que es algo irreal, nacido de la falsa identificación con nuestros pensamientos y juicios. En realidad, no hay ninguna personalidad, no hay ninguna historia personal que perder, pues sólo son conceptos e ideas preconcebidos.
Seguramente todos nos hemos hecho la pregunta “¿quién soy yo?” o “¿qué soy yo?”. La respuesta puede ser variada: “Yo soy una persona”, “yo soy Pedro”, “Yo soy Lucía”… La clave en realidad está en el principio de la frase: “Yo soy”. El sentimiento de ser, de existir, es lo único que posee una cierta realidad. Cualquier concepto, cualquier idea que añadamos después será algo fútil e inservible si queremos conocernos a nosotros mismos. Toda respuesta nacerá de conceptos y juicios nacidos de nuestra experiencia pasada y, por tanto, debe ser desechada.
Únicamente a través de la observación interior, del autoconocimiento, podremos ver más allá de nuestros pensamientos y desechar todo concepto, toda idea de nosotros mismos, para permanecer en un estado de conciencia despierta. El objetivo de la meditación es ese: eliminar el velo de lo irreal y abrir los ojos a la verdadera realidad, viendo más allá de nuestros conceptos y temores, permaneciendo en el estado de conciencia única e inmanifestada. “Aquello que lo impregna todo, que nada lo trasciende y que, al igual que el espacio universal que nos rodea,lo llena todo por completo, por dentro y por fuera,ese Brahman Supremo y no dual, eso eres tú.”(Sankaracharya)