He hablado mucho sobre la relación entre el tiempo psicológico y nuestra percepción de la realidad. Se suele decir que la personalidad de un individuo se va forjando a lo largo de su vida, mediante la acumulación de experiencias y vivencias. Sin embargo, la realidad es que dicha personalidad se forja a lo largo de la vida de la persona, es cierto, pero mediante la acumulación de interpretaciones y juicios mentales sobre sus vivencias. La diferencia es mucho más importante de lo que parece a simple vista.
La experiencia y el filtro de la percepción mental
Ohm, sílaba sagrada del Vedanta |
El tiempo psicológico tiene una importancia crucial en nuestra interpretación de la realidad, hasta el punto de que el ego no interpreta realmente lo que está sucediendo aquí y ahora, sino que recurre a vivencias pasadas y expectativas futuras. Y la expectativa mental siempre nace de la memoria, de ideas y juicios que forman la personalidad. De este modo, la respuesta de nuestra mente a una circunstancia o experiencia tanto interna como externa siempre nacerá de un filtro antiguo, nacido del pasado.
Si observamos nuestra mente, veremos cómo los pensamientos que surgen como respuesta a una situación o un estímulo de cualquier índole siempre son proyecciones de situaciones e ideas pasadas. De hecho, el ego sólo puede existir en el tiempo psicológico, pues sólo la proyección de pensamientos y juicios viejos le da cierta realidad. En el aquí y ahora, en un estado real de presencia despierta e incondicionada, no existe el ego.
La acción sin fruto: la relación real con el aquí y ahora
Se habla mucho en Vedanta de la acción sin fruto y su poder transformador como vía de acceso al Ser. De hecho, la acción sin fruto alude a la verdadera relación del Ser con el aquí y ahora.
El ego crea siempre una expectativa en torno a cualquier situación, tanto interna como externa. Siempre existe un objetivo, una proyección futura en todo pensamiento o respuesta al entorno. Este objetivo suele ser reforzar el propio ego, la propia idea de personalidad, como vía para perdurar en el tiempo. El ego teme a la realidad, porque sabe que ahí nada puede hacer. Además, el factor fundamental es que el ego no crea acción, sino reacción. Sólo sabe reaccionar en base a juicios pasados o expectativas futuras.
Dibujo de Krishna, Avatar de Vishnu |
La acción sin fruto no se refiere únicamente a realizar las tareas diarias sin buscar nada a cambio. No se refiere tampoco a que debamos trabajar sin buscar una remuneración, o que nada en la vida práctica deba tener un objetivo. Todo eso son situaciones y circunstancias que afectan a la persona, no al Ser. La acción sin fruto sólo puede nacer de la conciencia despierta, del Ser sin juicio y sin características. Ser aquí y ahora, de manera plena, nos permite actuar sin reaccionar, vivir en lugar de pensar que vivimos. Ya no se trata de reacciones basadas en vivencias pasadas o que buscan un futuro ilusorio, sino que es el Ser el que observa y actúa de manera espontánea.
La presencia más allá del tiempo, sin un pasado y sin una expectativa futura, es el estado natural del Ser. Eliminemos el tiempo psicológico, desechemos la idea de una personalidad con un pasado y un futuro y podremos experimentar la acción sin fruto. Sólo cuando eliminamos toda esperanza, toda expectativa, podemos ser libres aquí y ahora.