Desde sus orígenes, el ser humano se ha esforzado de manera incesante por encontrar la respuesta a estas inquietantes preguntas: ¿de dónde venimos? ¿cuál es el verdadero origen de la vida? ¿por qué estamos aquí? Cuestiones como éstas son las que llevaron a nuestros ancestros a formular multitud de teorías acerca del mundo y de la vida. Panteones de dioses y demonios, teorías acerca del caos y la nada, mitologías de diferente índole… Pero, sobre todas esas creencias, a lo largo de la historia siempre ha conseguido imponerse una, especialmente en occidente: la existencia de un dios único, una inteligencia superior, un ser omnipotente que estaría tras el origen de la vida y la muerte. Por eso hoy quiero plantearte una cuestión muy directa: existe dios o no, ¿Qué opinas tú realmente?
Antes de nada, permíteme hacer un breve repaso por los principales argumentos a favor y en contra de la existencia de dios.
Existe dios – Argumentos habituales a favor
- El universo material que nos rodea es perfecto. La perfección de las galaxias, los planetas y las diferentes formas de vida (incluso a nivel microscópico), no podría nunca haberse originado por simple azar. Debe haber una inteligencia superior detrás, capaz de crear algo así. Tomemos como ejemplo el ADN humano: un código de programación que lleva implícito el devenir de las células desde su nacimiento. ¿Quién ha programado ese código?
- La existencia del alma justifica, por sí misma, que existe dios. La idea de que, tras tu cuerpo y tus pensamientos, exista un alma individual, parece justificar que también pueda existir una «súper alma», ¿verdad?
- En el lado opuesto, si sólo existe esa «súper alma» y está contenida en todos los seres del universo, evidentemente ese alma es dios. Decir que existe la «súper alma» implica reconocer que existe dios.
- El Universo, según las teorías más aceptadas por parte de la ciencia tradicional, tuvo un comienzo, que parece relacionarse con el famoso «big bang». En ese inicio, toda la materia del universo estaba contenida en un espacio mínimo, a nivel de una partícula subatómica. ¿Quién lo puso ahí? Nuevamente, parece que el azar no pudo ser la causa.
- Las llamadas «leyes naturales«, que siempre han sido consideradas como unas reglas indiscutibles que rigen la naturaleza y la vida del universo, implican un cierto orden, una coherencia que tampoco pudo surgir de la nada, luego debe haber una inteligencia detrás que haya sido capaz de ponerlas ahí.
- El libre albedrío, la capacidad del ser humano de elegir su destino, sólo puede ser fruto de un amor incondicional de un ser superior.
Seguro que has escuchado muchas más teorías acerca de la existencia de dios pero, por motivos evidentes de espacio, me quedaré de momento sólo con estos.
No existe dios – Argumentos habituales en contra
- La supuesta perfección de la vida a todos los niveles es fruto de un proceso lógico de evolución. No hay una inteligencia superior que decida qué es mejor o qué es peor. La propia vida, a través de la experimentación surgida del paso del tiempo, evoluciona para garantizar su supervivencia. La teoría de la evolución de las especies, por ejemplo, explica a la perfección cómo las especies animales han ido evolucionando a lo largo de millones de años, adaptándose a un entorno cambiante y adoptando la forma que tienen hoy.
- La existencia del mal, la destrucción, el dolor, la muerte… ¿cómo podría un ser omnipotente y lleno de amor generar todo ese sufrimiento? ¿Por qué no toma cartas en el asunto y permite, por ejemplo, que el ser humano continúe auto destruyéndose?
- La existencia del alma es una cuestión nacida de la fe, no de la experimentación ni de la evidencia empírica. Una individualidad en forma de espíritu, ajena al mundo material, no se puede concebir de forma razonada, luego sólo cabe la elucubración y la fantasía para darle forma.
- Un dios ajeno al universo, que no pertenece a lo creado, carece de cualquier sentido lógico. ¿Quién le creó a él? ¿O acaso surgió como fruto del azar?
- La existencia de milagros o hechos que van más allá de la razón y de las leyes de la física, normalmente suele estar vinculada únicamente a personas que creen en ellos o, en el mejor de los casos, aluden a hechos que sucedieron hace mucho tiempo. ¿No será una simple cuestión de sugestión mental?
- La fe en dios nace, de forma indiscutible, del miedo a la muerte y de la búsqueda del ser humano de un consuelo ante su inevitable final. Pero, mientras que la muerte de todo ser vivo es un hecho palpable, la creencia en la existencia de cielos e infiernos posteriores a la muerte sólo cabe en el campo de la fantasía.
¿Cuál es la realidad acerca de dios?
Una vez analizada la cuestión de si existe dios y expuestos algunos de los principales argumentos a favor y en contra, es el momento de que vayamos un paso más allá. Comencemos por el principio: la fe en dios nace del miedo a la muerte y ese es un hecho lógico, porque el mayor don del ser humano (su auto-consciencia, saber que existe) también implica su mayor debilidad (saberse mortal, efímero). Y es evidente también que la creencia en una vida después de la muerte ha ayudado a millones de personas a encontrar consuelo ante ese temido final. Luego parece que, por esta parte, la búsqueda de consuelo es la principal razón para recurrir a creencias de este tipo.
Dicho eso, también es evidente que creer que toda la existencia surgió únicamente como fruto de un extraño azar y que lo único que existe es lo que podemos ver y tocar con nuestros sentidos es, cuanto menos, un planteamiento muy limitado. La propia ciencia ha demostrado en innumerables ocasiones que la existencia va mucho más allá de lo que nuestros sentidos pueden percibir. La energia, la fuerza débil, la gravedad, incluso el propio pensamiento, son fenómenos que no podemos percibir de forma directa con nuestros sentidos, pero sí podemos ver sus efectos y comprobar su existencia con facilidad. Luego tampoco podemos concluir que lo único que existe es la materia física porque estaríamos reduciendo bastante nuestra perspectiva global.
Y como tercer argumento, dejemos clara otra cosa: dios es sólo una palabra, nada más. Como cualquier palabra, alude a una idea o, si lo preferimos, a un conjunto de ideas acerca de algo que resulta completamente desconocido para la mente humana. Da igual cuáles sean tus creencias, o bajo qué filosofías te posiciones, porque todo eso no serán mas que ideas que, en último término, no pueden contener una verdad que va más allá del pensamiento.
Para concluir, como explico en mi libro «¿Dónde está tu verdad?», la cuestión de fondo no es si existe o no existe dios. De hecho, ambos planteamientos son igual de erróneos. Es necesario recurrir a la fe y a la fantasía para intentar pensar que existe un ser todopoderoso, inmortal e infinito, que está esperándonos para acogernos tras la muerte física. Pero también hace falta una fe ciega para creer que sólo existe lo que nuestros sentidos y nuestra limitadísima percepción pueden captar. La fe y el materialismo beben de la misma fuente: la elección de una idea, de una fantasía y su defensa como dogma inalterable. Al fin y al cabo, ¿quién necesita que exista dios? ¿Quién necesita convencer a los demás de que no existe? En ambos casos es sólo una cuestión de ego, de miedo a la muerte y, ante todo, de falta de atención. La elucubración, la creación de ideas y fantasías acerca de la vida y la muerte, o acerca de la existencia de dios, nunca resolverán el problema de fondo: que no sabes qué eres realmente, ni lo sabrás nunca usando tu mente. ¿Quieres dejar de tener miedo y encontrar tu propia verdad? Comienza por ser sincero, por reconocer que no sabes las respuestas a tus preguntas, por reconocer que la vida es un misterio inalcanzable. Abraza el vacío del no saber y, sin darte cuenta, habrás llegado a tu verdadero destino: la paz interior.
Como argumento final, déjame compartir este breve extracto del libro «Diálogos con Buda», que creo que ilustra a la perfección lo que se ha hablado en esta entrada:
«- Dime, honorable Gotama, ¿es el venerable Gotama de esta opinión: El Tathâgata ni existe ni no existe después de la muerte, esta es por cierto la verdad, todo lo demás es vano?
– Vaccha, yo no soy de esa opinión. […] El Tathâgata se ha librado de acercarse a una opinión especulativa.»
(Diálogos con Buddha, Doce Suttas del Majjhima Nikâya. Pág. 90).