El título de esta entrada coincide con el cierre a pie de página del blog y, desde mi punto de vista, es una de las principales claves para alcanzar la paz con uno mismo y con cuanto nos rodea. Casi siempre pasa desapercibido, tanto interior como exteriormente, pero todo cuanto acontece, los pensamientos de tu mente, los sonidos, las palabras, las ideas, etc., todo tiene lugar sobre un fondo de silencio que lo contiene y, al mismo tiempo, no se ve afectado por cuanto sucede en su superficie.
Analicemos brevemente el silencio desde dos perspectivas: interior y exterior.
El silencio interior: los pensamientos y las olas del mar
La observación interior es la principal vía de retorno a la paz interior, por un claro motivo: sólo mediante la observación y el silencio interno podemos llegar a ser conscientes de ese vacío, esa nada que permanece inmutable bajo nuestros pensamientos. No sirve de nada intentar luchar contra ellos, o imponer unos pensamientos sobre otros, porque estaremos creando una dualidad interior que generará conflicto y sufrimiento. Dejemos que los pensamientos se sucedan sin apegarnos a ninguno de ellos y sin luchar por intentar evitarlos. Observemos más allá, busquemos el silencio. Todo lo demás son sólo pequeñas olas sobre el océano infinito.
Normalmente se habla de encontrar ese «yo superior» o esa «supraconsciencia» que hay más allá de nuestro yo consciente, como un ente individual y personal con una voluntad superior. Pero esto no es más que otra idea, otro pensamiento superpuesto que no rompe con la rutina mental. Más allá de los pensamientos, más allá del yo soy, sólo encontraremos una cosa: la nada, el vacío, el silencio eterno. Esa es la verdadera esencia de lo que tú eres y sólo volviendo a ella podrás estar en paz.
Imagen que evoca a la conocida Teoría de las Cuerdas |
El silencio exterior: la nada que sostiene al mundo
Desde el punto de vista externo, la situación es exactamente la misma. Nuestros sentidos nos proporcionan infinitud de estímulos continuamente y las experiencias se suceden en nuestro alrededor. Toda esta marea de actividades sensoriales hace que nuestra mente quede hipnotizada, con el «piloto automático» e impide ver la realidad última: todo cuanto sucede, todo cuanto observamos, oímos, vemos o sentimos, tiene lugar sobre un fondo de silencio, una nada inmutable y eterna que no se ve afectada por cuanto acontece.
No busques la verdad en lo que otros te digan, ni en ideas, pensamientos u opiniones. No busques un «salvador» externo al que seguir, pues todo cuanto tu ser es capaz de ver o percibir no es el Ser. El vacío del Ser es lo único que debes encontrar para estar en paz.