Observar la inmensidad del universo es una buena meditación para comprender la nimiedad e insustancialidad de nuestra historia personal. Contempla las estrellas, a miles de millones de kilómetros de distancia y pregúntate qué importancia real tienen tus preocupaciones diarias, comparadas con el inabarcable espacio vacío que nos rodea.
Si observas tu mente durante la vida diaria, verás cómo constantemente se repiten los mismos bucles de juicio, remordimiento y sufrimiento. Cada circunstancia que te rodea parece ser un detonante idóneo para traer a tu mente «lo desdichado/a que eres». Pero la realidad es bien distinta: tu papel de víctima, tu historia personal, no es absolutamente nada. Sólo una idea instalada en tu mente. Nada más. Eres tu quien, involuntariamente le da importancia y quien crea un entramado de dolor y sufrimiento a su alrededor. Pero no tiene por qué ser así.
El universo y la observación interior
Nuestra mente no es capaz de comprender, ni siquiera de concebir, la inmensidad del universo y mucho menos su funcionamiento. Esto es una gran noticia, ya que ante la inmensidad del universo no sirven de nada tus ideas preconcebidas. Tu mente no te podrá dar la respuesta «lógica» ante lo que tus ojos contemplan.
Elige una noche despejada y siéntate en un lugar cómodo, a ser posible, despejado de luces y contaminaciones acústicas. Deja que el silencio te rodee y centra tu atención en la infinidad de estrellas que hay en el cielo. No te centres en una en concreto, sino más bien deja que tu mirada vague sin un rumbo específico. No juzgues cuanto te rodea ni intentes encontrar explicaciones o poner nombres a las estrellas. Tan sólo permanece ahí, presente, sin buscar nada. Ese inmenso espacio vacío que hay entre unas estrellas y otras es el mismo vacío inmenso que existe entre tus pensamientos, entre tus recuerdos y lo que tu realmente eres.
Telescopios como el famoso Hubble nos han permitido contemplar tan sólo una mínima parte de la belleza y majestuosidad del universo que nos rodea. |