Un puente entre tradiciones ancestrales
El Reiki, más que una técnica de imposición de manos, es un camino espiritual profundamente enraizado en la tradición japonesa. Para comprender su esencia, es imprescindible explorar las influencias filosóficas y espirituales que dieron forma al método desarrollado por Usui Sensei a principios del siglo XX. Estas influencias principales provienen del sintoísmo, el budismo y el taoísmo, corrientes que aportan al Reiki una visión holística del ser humano y su relación con el universo.
El Sintoísmo: La conexión con los Kami (dioses)
El sintoísmo, la religión originaria de Japón, es una veneración de la naturaleza y de las deidades llamadas kami, que habitan montañas, ríos, árboles y otros elementos naturales. Esta perspectiva impregna el Reiki con una profunda reverencia hacia el mundo natural y su energía vital, conocida como ki.
En la práctica del Reiki, esta energía se percibe como una fuerza universal que fluye a través de todo lo que existe. Usui Sensei, consciente de esta conexión, incluyó los gyosei o wakas, poemas escritos por el Emperador Meiji, en su enseñanza. Estos poemas, considerados la sabiduría de un kami, reflejan valores como la armonía, la gratitud y la serenidad.
Además, lugares sagrados como el monte Kurama, donde Usui Sensei alcanzó su iluminación, están impregnados de espiritualidad sintoísta. Los santuarios, con sus torii (puertas sagradas) y puentes simbólicos, representan la transición hacia un espacio sagrado, donde la energía del ki fluye con mayor intensidad.
El Budismo: La disciplina del camino interior
El budismo, especialmente en su vertiente zen, ejerció una influencia directa en la formación del Reiki. Usui Sensei practicaba el budismo Tendai, una escuela que enfatiza la meditación, la atención plena y el autoconocimiento como herramientas para alcanzar la iluminación.
Los Gokai (cinco principios del Reiki) están profundamente alineados con el Noble Camino Óctuple del budismo, que propone una vida basada en la rectitud, la sabiduría y la compasión. La meditación, por su parte, es una práctica central tanto en el Reiki como en el budismo, sirviendo como un medio para calmar la mente, observar los pensamientos y conectar con la esencia espiritual.
Asimismo, el objetivo final del Reiki, el estado de Anshin Ritsumei (paz interior absoluta), refleja la meta del budismo: alcanzar un estado de calma y comprensión profunda de la naturaleza de la existencia.
El Taoísmo: El fluir del ki
El taoísmo, originario de China, introduce en el Reiki una comprensión esencial del ki como la energía que fluye a través de todo lo existente. El equilibrio entre el yin (energía receptiva) y el yang (energía activa) es un principio central tanto en el taoísmo como en el Reiki.
El Reiki busca armonizar estas dos fuerzas dentro del ser humano, permitiendo que el ki fluya libremente para restablecer el equilibrio físico, emocional y espiritual. Al igual que el taoísmo, el Reiki aboga por la sencillez, la naturalidad y la aceptación del momento presente.
El Reiki, un camino de armonía y transformación
El Reiki, como práctica espiritual, es un puente que une las enseñanzas del sintoísmo, el budismo y el taoísmo. Cada una de estas tradiciones aporta un pilar esencial: la conexión con la naturaleza y los kami (sintoísmo), la disciplina de la mente y el espíritu (budismo) y el equilibrio dinámico de las energías yin y yang (taoísmo).
Comprender estas raíces espirituales no solo enriquece la práctica del Reiki, sino que también ofrece una visión más profunda sobre el significado de vivir en armonía con uno mismo, con los demás y con el universo. Como decía Usui Sensei, el verdadero propósito del Reiki no es solo sanar el cuerpo, sino también iluminar el espíritu y alcanzar un estado de paz duradera.
Jordi Ibern Novell