En un mundo tan globalizado como el que vivimos, diariamente tenemos acceso a innumerables fuentes de información sobre cualquier tema. Y la búsqueda del Despertar no es ninguna excepción. Basta con hacer una sencilla búsqueda en Google, para encontrar infinidad de páginas web que hablan acerca de la búsqueda de la Verdad, desde diferentes puntos de vista: filosofía, espiritualidad, religión, meditación, etc. Esto, que en términos sociológicos se suele llamar «sobreinformación», puede hacer que cualquier persona con inquietud se pierda en innumerables teorías, buscando su camino en cursos, maestros, religiones… ¿Cuántas personas conocemos todos que viven en una especie de «bucle del buscador»? Siempre hay un nuevo curso, una nueva técnica, un nuevo maestro que seguir. Nunca parece haber suficiente, porque la oferta de teorías y cursos es casi infinita. Pero la verdad sólo llegará a ti por tu propia experiencia.
Si investigamos un poco más, veremos que hay un motivo muy sencillo por el que esa búsqueda nunca llega a su fin. Todo el esfuerzo del «yo soy» por encontrar la Verdad se centra en la búsqueda de respuestas externas. Nunca dirige la atención hacia sí mismo. Y, por mucho que busques en esa dirección, por muchas respuestas que encuentres, nunca serán tuyas. Así de simple: ninguna «verdad externa» te hará despertar simplemente escuchándola, porque sólo será eso, una idea aprendida.
Regresa al origen. Regresa a ti mismo.
¿Cómo puedes encontrar la Paz Interior? ¿Cómo puedes alcanzar el Despertar y dejar de vivir en un mundo de miedo y dolor? ¿Cómo puedes trascender el sufrimiento? Estas y otras preguntas similares son las que motivan la búsqueda exterior de respuestas del «yo soy». Pero, ¿por qué no emprendes el camino contrario? Dirige tu atención a lo único que realmente importa, a lo único que puede darte la respuesta a todas tus preguntas: tu propia existencia, sin nombres ni formas.
Para comenzar a cambiar esa inercia del «yo soy» de buscar siempre las respuestas en el exterior, te propongo un sencillo ejercicio que te permitirá tomar conciencia de los diferentes «mundos» en los que tu mente vive cada instante, sin que seas consciente la mayor parte del tiempo. Tan sólo necesitas dos cosas para intentarlo: tu atención y este preciso momento. Y el tiempo que te llevará hacerlo será, exactamente, Aquí y Ahora. No busques más, ni te pongas objetivos de ningún tipo.
- Centra tu atención en este instante, Aquí y Ahora. Observa los estímulos que te rodean, los sonidos, las imágenes… No busques nada concreto, solamente deja que el mundo se manifieste. No luches, ni te resistas. En este momento no necesitas nada del mundo, deja de exigirle y acéptalo.
- Observa ahora tus pensamientos, tu mundo interior. ¿Qué está sucediendo? Se consciente de las reacciones automáticas que surgen ante los estímulos externos. Cada forma tiene un nombre asociado y, en la mayoría de los casos, algún recuerdo surge también en tu mente. No luches contra ello, tan sólo observa. No tienes que conseguir nada, ni llegar a ningún sitio. Ser consciente del ir y venir de los pensamientos es suficiente.
- Dirige tu atención al «yo soy». Mientras surgen y desaparecen los pensamientos en tu mente, mientras el mundo exterior viene y va, ¿quién está observando? ¿Puedes ver a ese aparente testigo? El «yo soy» surge con el pensamiento, con la agitación mental. No busques nada concreto, ni juzgues tus pensamientos. Sólo observa cómo el ego parece dirigir esa corriente de pensamientos pero, en realidad, es una parte más de ellos. Es más sencillo de lo que parece, pues sin historia personal no existe nada como un «yo».
- Descubre el silencio interior. Llegado a este punto, ¿eres capaz de tomar consciencia de la nada silenciosa en la que surgen todas las cosas? Tus pensamientos aparecen y se desvanecen sobre un fondo de silencio. El mundo que te rodea se mueve sobre un gran vacío. El «yo soy» también surge de la nada, como respuesta a los estímulos internos y externos. Sé consciente de cómo, independientemente de las circunstancias que te rodean, o de los pensamientos que surgen en tu mente, ese silencio inmutable siempre está ahí. No intentes comprenderlo, ni atraparlo de ningún modo, pues ya se habrá ido. Sólo quédate ahí, observando. No necesitas nada más. Ya estás en casa.
Por supuesto, la observación no es algo que se deba hacer por etapas, ni hay un proceso que seguir para ser consciente de lo que sucede en el Aquí y Ahora, pero he querido ilustrar con este esquema lo que podríamos considerar, de una forma muy simplificada, cuatro puntos de la atención que se producen en el Aquí y Ahora. ¿Eres consciente de los cuatro en todo momento? Seguramente no, pero no te preocupes, es normal. Pero nadie puede decirte que no seas capaz de serlo en este momento, Aquí y Ahora.
También puede surgir la pregunta siguiente: ¿cómo puedo encontrar las respuestas a mis preguntas practicando la observación? ¿cómo puedo alcanzar la comprensión del mundo que me rodea, si me limito a estar en silencio y no buscar respuestas? Si surgen este tipo de preguntas es una buena señal de que sigues identificado con tu mente. Nadie puede comprender la Verdad mentalmente, por muchas teorías y mitologías que aprenda. La Verdad sólo puede ser vivida y experimentada por ti mismo, Aquí y Ahora. Nadie puede llevarte a ella, ni siquiera tu propio «yo soy». Eres algo infinitamente mayor que eso, deja de pensar lo contrario, deja de buscar respuestas y de juzgarte a ti mismo y tu mundo cambiará ante tus ojos.