En las conversaciones acerca de mi libro «La Verdad en Ti Mismo», hay un tema muy recurrente, que me ha motivado a tratarlo también en estas líneas. Es la eterna cuestión de cómo afrontar el día a día, cómo aceptar las cosas que «están mal» a nuestro alrededor y cómo conseguir estar en paz, si nuestro mundo externo se está desmoronando. Cada persona, antes o después, tiene que enfrentarse al dolor y la pérdida, luego parece resultar muy difícil estar en paz con algo que nos hace pasarlo mal, ¿verdad? La repuesta es siempre la misma: como reza el título de este post, la aceptación es la puerta a la Paz Interior.
La gran mayoría de personas que buscan el Despertar o la Paz Interior, se inician en esta búsqueda a través de un detonante externo, como puede ser la pérdida de un ser querido, el miedo a la muerte, la enfermedad o el sufrimiento. Pero también existe, muy a menudo, una búsqueda de carácter más mundano, como alcanzar el éxito profesional, solucionar los problemas de pareja o conseguir algún otro objetivo personal. Evidentemente, la Paz Interior nada tiene que ver con esos objetivos, ni siquiera con los primeros.
Seamos claros: la Paz Interior sólo se puede alcanzar a través de una mente en silencio, atenta, capaz de ver más allá de la historia personal. En esa paz, los sucesos del día a día, las experiencias y vivencias del «yo» son sólo una parte más del mundo exterior, no su centro. Y lo que es aún más importante, la Paz Interior nace de la aceptación, pues el rechazo a las circunstancias personales crea separación y conflicto.
La Paz empieza siempre por la aceptación
Piénsalo bien: si no puedes aceptar tu situación actual, si no soportas el mundo que te rodea o si sientes que necesitas alcanzar alguna meta para poder estar en paz, ¿cómo podrás encontrar la Paz Interior que buscas? Aparentemente es una pregunta muy simple, pero si observas un poco, verás que ese es precisamente el juego del «yo». Todo el esfuerzo por buscar el Despertar, se ve compensado con el mismo esfuerzo por justificar su lejanía, por auto convencerse de que es algo inalcanzable, mientras no cambien las circunstancias externas. ¿Puedes ver la sinrazón de este planteamiento?
Entiendo perfectamente que, en ocasiones, las circunstancias son demasiado duras para poder conformarse con decir «todo está bien». Por supuesto que no, todo no tiene por qué estar bien. La enfermedad, la pérdida, la soledad… hay muchas circunstancias que resultan difíciles de aceptar. Pero sólo te pido una cosa: inténtalo, haz la prueba. ¿Qué puedes perder? No necesitas que todo esté bien. Deja que las cosas sean como son, nada más. La aceptación es el primer paso.
Deja que la vida fluya y el mundo cambiará ante tus ojos.
Sólo existe un momento en el que podrás alcanzar la Paz Interior: Aquí y Ahora. No hay excusas. No hay otro camino.
Si quieres encontrar esa paz, si quieres trascender tu sufrimiento, no hay otro lugar ni otro momento posible por el que puedas empezar a cambiar las cosas. Y eso implica que, mientras siga habiendo algo que te «impida estar en paz», mientras sigas justificando tu búsqueda de un futuro mejor, siempre vivirás esa experiencia, porque no puede ser de otro modo.
Tu atención es la única herramienta de que dispones para cambiar esta inercia y dejar de perseguir un fantasma. Quédate quieto y observa, mira con una nueva visión el mundo que te rodea, así como el mundo interior. Una visión tranquila, serena, sin juicio y sin expectativa. Se honesto: ¿qué te impide realmente estar en paz contigo mismo? ¿Quién te juzga y te dice que las cosas no están bien a tu alrededor? La respuesta es sólo una: tú mismo. ¿Quieres encontrar la Paz Interior? Comienza por aceptar la vida tal como es, incluyéndote a ti mismo en primer lugar. Es lógico cambia tu atención, cambia tu forma de enfocar el problema y cambiarán los resultados.
Por supuesto, aceptación no significa resignación. No hablo de una aceptación pasiva, que huya de los problemas personales o evite tomar decisiones. Tampoco se trata de pensar que «todo está bien y no hay que hacer nada». Tu naturaleza es el cambio, el movimiento y eso no hay que negarlo. Haz lo que tengas que hacer en cada momento. Afronta tus problemas y las situaciones que te rodeen, pero no hagas un drama de ello. No justifiques tu miedo, tu rechazo y tu falta de atención con enemigos externos, porque no existen.