Ya he comentado muchas veces en este blog cómo los límites son una herramienta mental, necesaria para interactuar con el mundo que te rodea. La mente necesita etiquetar y dar forma a los estímulos que llegan a través de los sentidos, para poder vivir en un mundo «conocido», en el que desenvolverse e interactuar con ciertas garantías. Los límites son el medio que permite que esa interpretación mental pueda tener lugar. Teniendo esto en cuenta, es evidente que los límites son necesarios para vivir en el mundo de la mente y los objetos, pero, ¿es posible abandonar esos límites, ver más allá? ¿Que sucede cuando tu historia personal, tus miedos y tus juicios se convierten en tu único mundo, en tu única experiencia, condicionando y limitando tu existencia? Deja atrás los límites si quieres descubrir la respuesta.
Hoy te propongo un pequeño ejercicio para acercarte un poco más a ti mismo:
Deja atrás los límites, cuestiónalos, mira más allá de ellos.
No tienes por qué aceptar tu historia personal con una fe ciega. Duda de ella, de tus recuerdos, de todo lo que has aprendido en el pasado. Deja todo eso atrás y búscate a ti mismo.
¿Cómo podrás encontrar la Verdad de lo desconocido, si te aferras a lo conocido?
La mente conoce el mundo a través de sus límites
El mayor límite es, por supuesto, la percepción de «Yo Soy». La identificación con un observador individual, «pequeñito» y ajeno al mundo que le rodea, es lo que genera la separación entre «yo y lo mío» y el resto del mundo. Esta separación hace que toda tu vida se filtre e interprete a través de los límites de ese ente individual (nombre, forma, cuerpo, historia personal…). Pero, como hablar en estos términos puede resultar demasiado complejo, vamos a analizarlo desde un punto de vista más sencillo, en nuestra vida diaria.
Presta atención a tu día a día y cómo te desenvuelves en tus asuntos personales. Verás que, a groso modo, existen una serie de condicionantes que ayudan a interpretar las situaciones y los objetos que te rodean:
- Los sentidos marcan las fronteras de tu percepción material y la identificación con el cuerpo: sonidos, imágenes, etc., son etiquetados e interpretados a partir de los límites de tu propia experiencia sensorial.
- La memoria define las etiquetas y los nombres que asignas al mundo que te rodea. El «yo soy» sólo puede existir en un mundo conocido, donde todo parece «estar en su sitio». Esto incluye, por supuesto, el miedo y el drama personal, que marcan y limitan la percepción, no sólo del mundo exterior, sino también de la mente y de la propia vivencia interior.
- El pensamiento delimita la frontera entre el «mundo interno y el mundo externo». ¿Te has preguntado sinceramente qué hay detrás de ese constante e incesante parloteo mental? ¿Son tus pensamientos realmente tuyos? Obsérvalos y verás que, la mayor parte del tiempo, poco tienen que ver con tu propia voluntad…
- El sistema de creencias y la propia imagen de ti mismo define tu comportamiento y tu forma de enfrentarte a la «amenaza del mundo». El «yo soy» se define a sí mismo través de estas creencias y de la historia personal. En otros posts he hablado largo y tendido de las ideas y cómo el «yo soy» las utiliza para definir su papel ante el exterior. La historia personal es habitualmente una historia de dolor, drama y sufrimiento. ¿Puede existir un mayor límite que ese a la hora de ser tu mismo?
- El lenguaje es, al mismo tiempo, uno de los mayores dones de la humanidad y uno de sus principales límites. El pensamiento, las relaciones personales, los estudios, la interpretación de cuanto nos rodea… todo se ve influido por el lenguaje. Las palabras constituyen una de las más maravillosas herramientas de comunicación del ser humano pero, como es lógico, tienen un límite, especialmente cuando se intenta hablar o transmitir, a través de ellas, algo que va más allá de la mente. Intenta pensar en ti mismo, en quién eres, sin utilizar palabras. ¿Puedes ver cómo las palabras y las ideas surgen de manera involuntaria, como un acto reflejo?
Deja atrás los límites si quieres conocerte a ti mismo
Como ya he indicado, los límites son necesarios y útiles para vivir en el mundo material y en la sociedad. Pero, por otro lado, a la hora de conocerte a ti mismo, si te limitas a hablar, estudiar y aprender sobre ello, siempre estarás viendo tu percepción limitada. Por ese motivo es tan importante la experiencia directa, la vivencia propia. Da igual los libros que hayas leído, los maestros con los que hayas hablado o los cursos a los que hayas asistido. Todo ese conocimiento, todo ese aprendizaje, sólo será eso: palabras, ideas que apuntan en dirección a la Verdad. Como se suele decir, «la mano que señala a la luna, no es la luna misma».
El deseo de descubrir la Verdad, la Aspiración al Despertar, es un impulso que te lleva a cuestionarte tu vida, tu mundo y tu propia existencia. Pero no quieras saciarlo con el mero aprendizaje, con la simple escucha de cómo otros entienden el Despertar. No hay una técnica, ni un proceso, ni un curso que, por el mero hecho de asistir, te vaya a descubrir lo que eres. La única manera es, precisamente, con el proceso contrario: duda, cuestiónate todo lo que conoces y todo lo que te han dicho.
Ya sabes que las palabras y las ideas son límites, luego algo infinito, inabarcable y eterno como tu propio Ser, no puede encontrarse en ellas. ¿Cómo podría lo infinito estar contenido en unas ideas finitas? ¿Quién te dijo que eres una persona, que tu historia comenzó un día y terminará en algún momento? ¿Quién te impide ver la Verdad en este mismo instante, Aquí y Ahora?
Deja atrás los límites. Abandona todas las teorías, porque sólo existe una vía para encontrar las respuestas: tú mismo.
Abraza lo desconocido, entra en el vacío infinito de tu Ser sin miedo, porque ese es tu verdadero hogar.
Sólo existe un momento y un lugar en el que puedes despertar: Aquí y Ahora.
Deja de darle vueltas. Deja de buscar excusas. Vive, en lugar de pensar que vives.
Esto me hace pensar que he vivido equivocada y necesito encontrarme verdaderamente gracias
Gracias a ti por tu comentario, María Guadalupe.
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Un fuerte abrazo