La frase «Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo», inscrita en el famoso oráculo de Delfos, fue empleada por los principales filósofos griegos, como Platón (427 – 347 a.c.) o Sócrates (470 – 399 a.c.) para aludir al verdadero destino de toda observación y búsqueda interior: tú mismo. Cuando toda búsqueda ha terminado, cuando ya no hay cursos, ni técnicas, ni religiones que puedan llevarte más allá, debes dar el último y más importante paso de todos, emprender el camino de vuelta a ti mismo. Sólo a través de tu propia experiencia, podrás encontrar la paz interior, más allá de tu historia personal y del «yo soy».
Conócete a ti mismo: la vía de regreso a casa
Seguro que, en más de una ocasión, han surgido en tu mente las habituales dudas existenciales: ¿quién soy?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿qué sucederá tras mi muerte? Estas y otras preguntas relacionadas, han sido desde siempre una fuente inagotable de sufrimiento y lucha interna para el ser humano. A lo largo de los siglos, han surgido numerosas religiones y corrientes de pensamiento que han tratado de responderlas y, de algún modo, han dictado el camino a seguir para todo aquel que quiera encontrar la paz interior. Pero, ¿te ha servido alguno de esos dogmas para responder realmente a tus dudas existenciales? ¿Has encontrado la paz, has dejado de tener miedo, gracias a esas creencias adquiridas? Si la respuesta es afirmativa, sin duda habrá merecido la pena su estudio y podrán tener un gran valor para ayudarte a superar los momentos difíciles. Pero, ¿qué sucede cuando la respuesta es negativa? ¿Qué pasa cuando llega ese punto en el que los sistemas de creencias ya no te consuelan, cuando ya no confías en los dogmas, cuando necesitas algo más?
La respuesta ha estado escrita en el oráculo de Delfos todo este tiempo: conócete a ti mismo. Si observas de una manera sincera, verás que realmente te conoces muy poco. ¿Quién eres realmente? ¿De dónde surgió esa sensación de ser, ese «yo soy» que te ha acompañado durante toda tu vida? ¿Qué eres en este momento, mientras lees estas líneas? Por supuesto, de nada sirve recurrir a las respuestas mentales habituales: soy Juan, tengo 43 años, trabajo en esto o en lo otro… ¿Cuál es la verdadera respuesta? Sólo hay una. No sabes quién eres. Nunca lo has sabido.
Eres el gran desconocido de tu historia personal, ese observador silencioso que siempre ha estado ahí, pero al que nunca has prestado atención. ¿Por qué no empiezas a hacerlo en este momento?
Por supuesto, como ya he tratado en otros posts anteriores, no tienes manera posible de comprender o aprender mentalmente lo que eres, porque eres algo que va más allá de la mente y el entendimiento. Pero hay algo que sí puedes hacer: observa todo lo que no eres, todo el ruido interno y externo, incluido el «yo soy». El simple hecho de observarlo, te permite tomar perspectiva, ver más allá de sus limitaciones, porque todo lo que puedas ver, observar y entender no eres tú. Toda tu historia personal, todo tu drama de vida, tan solo es un amasijo de ideas y miedos, que poco tienen que ver con tu realidad última.
¿Qué hay después? ¿Qué quedará en ese vacío absoluto que parece haber cuando vas más allá de la mente y la historia personal? La Realidad no puede ser expresada con palabras, ni comprendida mentalmente. Sólo puede ser vivida. Pero recuerda: la idea de la nada absoluta también es una idea. No temas sumergirte en lo desconocido, en el vacío del Ser, en tí mismo. Ese es el camino de regreso a casa, de vuelta tu propia Verdad. Nadie puede llevarte ahí, porque siempre estás ahí, en el único momento y lugar en el que siempre has vivido: Aquí y Ahora.
Profundo y tentador.
Gracias por tu comentario Jacobo. Un abrazo