He hablado mucho en estas líneas acerca de la relación de «uno mismo» con «su mundo». Toda la historia personal, de hecho, se enmarca dentro de un entorno psicológico, de un conjunto de recuerdos, miedos, ideas, nombres y formas que dan lugar a lo que podríamos llamar el «mundo mental». La raíz de ese mundo radica, por supuesto, en la idea de separación y de existir como un «yo» minúsculo e indefenso en un entorno hostil.
Sin juicio no hay conflicto
Si observas con atención, sin juzgar cuanto te rodea y sin ideas preconcebidas, verás que la realidad es bien diferente: el mundo no está «conspirando contra ti». Los hechos, las experiencias que tienen lugar en este momento, surgen de manera espontánea y sólo es tu juicio y tu interpretación lo que les confiere un drama personal. Es el «yo soy» el que separa, el que crea ese conflicto con cuanto parece no ser él. El mundo no está en tu contra, ni tienes que huir o esconderte de él. Tampoco pasa nada por participar en esas experiencias, por interactuar con el mundo y disfrutar cuanto te ofrece. No crees resistencias a lo que es, simplemente deja que todo suceda, sin miedo, sin expectativas.
Es muy fácil observar esta manera de proceder del yo, si prestas atención a las personas que te rodean. A menudo basta con preguntarles «¿qué tal estás?» para ver cómo recrean una y otra vez la misma historia personal, con los mismos culpables y la misma víctima, el «yo soy». Todo su sentido de identidad gira en torno a ese papel de víctima y eso es precisamente lo que les hace sufrir, no los acontecimientos que les rodean. Como siempre digo, el dolor es real, pero el sufrimiento es psicológico.
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¿Quieres descubrir un mundo nuevo? Comienza por mirar de una manera nueva, sin miedo y sin pasado. |
La aceptación trae la paz, aquí y ahora
¿Cómo romper esa fuente casi inagotable de sufrimiento que representa el conflicto entre «yo y el mundo»? En primer lugar, empieza por lo que tienes delante: aquí y ahora. Acepta este momento tal cual es. No importa lo que esté sucediendo, ni lo que haya sucedido antes o después. Deja de buscar culpables, abandona la posición defensiva. Deja que el mundo se manifieste sin pedirle nada a cambio, sin oponer resistencia.
Si eres capaz de hacer esto, observarás al mundo con una mirada nueva, sin expectativas, sin pasado y sin futuro. Abandona el papel de víctima, el drama personal y permítete vivir a cada momento. No necesitas nada más y nunca lo has necesitado. Así comprenderás que ya lo tienes todo, que ya estás donde debías estar y un mundo nuevo se desplegará ante ti a cada instante, lleno de vida, lleno de ti.